—Mamá...—la llamé por segunda vez.
Ella parecía muy nerviosa, como si supiese de lo que quería conversar.
— ¿Hmm?
— ¿Podemos hablar? —pregunté.
— ¿Sobre qué?
Unos fuertes golpes sonaron en la puerta causando que me sobresaltada un poco. Confundida y un poco asustada fui hacia ella para abrir.
Mi padre entro por esta, parecía muy enojado.
— ¡Elena!—le grito mi padre a mi mamá. — ¡Cómo pudiste!
Cerré los ojos porque dolía, ya sabía la respuesta a mis dudas.
/.../
—Yo, yo de verdad lo siento Jaime, ___________ hija yo no quería que tu pasaras por esto, pero yo ya no siento lo mismo por tu padre, tú ya estas grande y lo entiendes. —dijo mi mamá.
— ¿Hace cuánto que vez a ese señor?—pregunté con lágrimas en mis ojos.
—Desdé que fuimos el días de las madres a servir a la casa de la señora Bautista, él se encontraba hay y pasó lo que paso. —agacho su cabeza.
—No lo puedo creer. —negué decepcionada. —Mamá, él es un hombre casado...
—Lo se hija, pero él me dijo que ya no sentía nada por su esposa y que la iba a dejar.
—Y tú te la creíste verdad. —hablo mi papa. —No seas idiota Elena. —tomó su cabello frustrado y lo jaló.
—Ya se los dije yo...—la interrumpí.
—Yo ya no quiero seguir escuchando nada. —me fui corriendo hacia mi cuarto.
Me tire en mi cama y comencé a llorar.
Me dolía mucho, ya estaba grande Y lo entendía pero seguía doliendo. Mi madre me había decepcionado, se había metido con un hombre casado, había destruido no solo una, sino dos familias. La de Petra y la mía.
* * *
El sábado había llegado, y con el una comida familiar.
Mentiría si dijera que no estaba para nada nerviosa. Después de lo sucedido con los papas de Mario no sabía si ahora me aceptarían de verdad, quería darles una buena impresión.
Y hablando de papas, los míos se divorciarían, mi madre aceptó pues mi padre se lo había pedido, hablaron mejor las cosas y ahora mi padre no sentía rencor hacia mi madre solo decepción. Tantos años de casados para que mi mamá la Cagara de esa forma.
A veces no entendía a los adultos.
Pero ahora me doy cuenta del porque Peter Pan no quería crecer.
Me metí a bañar.
Los nervios no salían de mi cuerpo, tal vez si ponía música me relaje un poco.
Me puse la toalla y fui hacia mi celular para poner una canción. Ahora se lo dejaría al destino, puse "aleatoriamente" y comenzó a sonar "Tumba la casa mami"
—Tumba la casa mami, tumba la casa mami que con esa cara tu puedes...—comencé a cantar.
No sé cuánto tiempo dure en la ducha pero realmente no me importaba, me estaba despejando de todo.
—La la la la, la la la la, no llore mujer y vamo pa' la discoteca mami...—terminé por cantar.
Salí de la ducha, tome una toalla y me la puse en el pelo para que el pelo se me secara, salí del baño para dirigirme hacía mi armario y poder encontrar algo adecuado.
Tomé una falda circular negra y una playera manga larga de encaje.
Cuando me puse toda la ropa, me coloque unos zapatos negros.
* * *
Habíamos llegado a casa de Mario y me sentía más nerviosa que antes.
— ¿Lista?—me preguntó Mario.
No, al chile yo nunca he estado lista.