"Traigo gas pimienta" #14

4.3K 298 17
                                    

___________________ López


—Espera...—lo empecé a apartar.

— ¿Qué pasa? ¿No te gusto? —pregunto.

No me chingues ¿ahora qué digo? Sinceramente si me había gustado pero si lo admito quedaría cómo puta. Él tenía novia.

—Yo...—iba a responder pero un ruido me interrumpió. Nos giramos a mirar y vimos un tlacuache súper grandote comiéndose algo.

— ¡Ahhhhh! —grite y me paré de golpe del piso. La ratota me miro y juró que me miro con intenciones de comerme.

Mario también se paró y empezó a reírse.

¿Acaso esa zoológico o qué? Otros 3 más pequeños salieron de lugares que ni siquiera había visto.

¡Puta vida! Se estaban acercando a mí ¡A MÍ! Me gire y me colgué en la cintura de Mario. Enrolle mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello. Él se sorprendió pero a los pocos segundos me había agarrado con más fuerza. No, ahora si se estaba pasando. ¡Me estaba agarrando el culo él cabrón! Y era intencional. Pero no podía decir nada púes era mi única salvación de salir viva de este lugar. Era eso o ¿yo era tan zorra que me gustaba que me agarrara él culo? Mi imagen queda mejor con la primera así que me iré con la primera. No soy tan zorra.

— ¡Vámonos de aquí, esas cosas nos van a comer!—grite aterrorizada.

Él idiota bastardo hijo de puta de Mario solo reía.

—Tranquila morenita no dejare que te coman. —dijo y cuándo creí que eso había sido lindó tenía que hablar. —No sin antes yo comerte primero.

—Idiota pervertido. —le pegué en la espalda.

—Nada de golpes o te bajo.

¡Agh! Me detuve.

—Me gusta cuándo me obedeces. Si no obedecías me iba a ir a por la segunda opción y que darte unas buenas nalgadas. —dijo.

—Te voy a dar unos buenos putazos. —le pegue de nuevo.

Él le dio un pequeño golpe a mi nalga derecha. ¡ME HABÍA DADO UNA NALGADA! Puedo apostar a que me puse roja. ¡Lo mató!

— ¡Ojete! —me bajé de su cintura. Ahora me importaba una hectárea de verga si había ratas mutantes gigantes quería matarlo.

— ¡LA RATA ESTA DETRÁS DE TI! —empezó a gritar desesperado tanto que me asuste y salí corriendo hacia los salones.

* * *

Las clases habían terminado y era hora de regresar a casa.

Cogí mi mochila y salí junto con Lupita.

—Oye, ¿es cierto que tú y él nuevo fueron a una fiesta juntos? Y que te peleaste con la que también es nueva, la güerilla esa. —Me preguntó.

— ¿Quien dijo eso?

—María.

¡Pinche María chismosa! Un día le voy a venir dando en toda su pinche María.

—Es verdad. —confesé, a Lupita nunca le ocultaba nada.

—Entonces ¿Te gusta Mario Bautista? —preguntó y pude ver en sus ojos un brilló especial.

— ¡¿QUE TE PASA LUPITA?! ¡NO! —Negué repentinas veces.

— ¿Por qué siento que no me convence?—me miro cómo analizándome.

—Ni idea. Ese tipo nunca me gustará. .

—Sé que lo odias pero date la oportunidad de conocerlo. Realmente se verían hermosos los dos juntos. Yo sé que si lo intentan podrán tener una buena relación. —aventó una chorrada de mierda.

¡Hay Lupe! Lupita era más optimista que un mexicano esperando a que él TRI pase de los octavos en la final del mundial.

—Nunca me gustara ¿Escuchas? Nunca. —Dije y ella rodó los ojos. —Nos vemos él lunes, me mandas whatshapp. —me despedí.

— ¡Perdónala no sabe lo que hace! —dijo al cielo.

Caminé hacia la salida para dirigirme a la parada de autobús.

Iba ya a media cuadra cuándo un carro se paró. ¡No puede ser verdad! Era Juan Bautista.

Lo ignoré y al parecer él se dio cuenta de ello.

— ¿Me estas ignorando morenita? —dijo desde adentro del carro.

Lo seguí ignorando.

—Vamos sube, te doy un aventón a casa.

—No quiero. —seguí caminando.

De repente él coche se paró de golpe y abrió la puerta para sacar su brazo y meterme dentro del puto auto.

Forcé pero era más fuerte que yo. Logro meterme al coche y me crucé de brazos enojada.

—Sé que te encanta. —me dijo.

—Me encantaría matarte. —me giré hacia él cómo la exorcista.

—Calmantes montes. —me tomó de la cabeza con una sola mano y sacudió mi pelo.

— ¿Qué te pasa pendejo? Traigo gas pimienta. —lo empuje.

Se empezó a reír y arrancó el coche.

— ¿Oye no importa si llegas un poco más tarde a casa? —preguntó.

— ¿Por qué?

—Porqué te voy a secuestrar esta tardé.

Juan Bautista ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora