[_________________López]
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Unos fuertes brazos rodeaban mi cuerpo, se sentía muy bien despertar así.
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Aspire su perfume, era increíble cómo éste seguía intacto en su cuerpo.
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Comencé a removerme para poder zafarme de su agarré y poder pararme. Pero Mario se había aferrado demasiado a mi.
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—Mario...—susurré en su oídio.
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Éste no respondió, si qué tenia el sueño pesado.
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Contemplé por unos segundos qué para mi fueron eternos su rostro, su bello rostro. Parecía un pequeño bebe inocente, sus pestañas, sus labios, sus cachetes. Esos cachetes qué me encantaban.
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—¿Ya terminaste?
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Abrí mis ojos sin poder creerlo.
Mario se había dado cuenta de qué lo estaba observando, mi estúpida sonrisa qué tenia al mirarlo me había dejado en ridículo.
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Es que diablos, es inevitable.
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—Yo-yo...—tartamude.
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—Sólo respóndeme una cosa, ¿Estoy guapo verdad? —preguntó.
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Me quede callada pero llena de vergüenza.
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Quizá esto me estaba delantando, mi silenció lo hacía.
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—No puedes negar lo innegable. —espetó. —Soy irresistible.
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—Eres un egocéntrico.
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—Y te encanta.
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Me dedicó una sonrisa, y era inevitable no poder perderme en ella.
Sus dientes blancos relucían cada vez qué sonreía, y sus hoyuelos marcados me los tatuaria en la piel púes eran más qué hermosos.
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También era patético cómo mi rostro se tornaba rojizo al admirarlo.
Una sonrisa comenzó a formarse en mi rostro pues la suya era la causa de la mia.
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—Tenemos qué levantarnos. —dije.
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—No. —gimió.
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Era evidente qué quería seguir acostado, yo también los quería, pero teníamos que buscar a las demás personas.
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—Por si no lo recuerdas estamos perdidos, —le recordé. —y tenemos que buscar a nuestros compañeros, así qué si me haces el gran favor de soltarme. —pedí.
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Rodó los ojos y me soltó.
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Me levante de la cama y fui al pequeño baño que había en ma habitación.
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—¡Yo pido primero!—gritó Mario desesperado.
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Reaccioné ante sus palabras y corrí hacia el baño para qué no me lo ganase.
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Cuándo entré a éste lo mire antes de cerrar la puerta y lleve mi mano a mi cabeza para formar una "L"
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—Nadie pasa de esta esquina, —dije por último y cerré la puerta. —aquí mandan las divinas, porqué somos gasolina. —canté desde adentro.
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—Gasolina de verdad. —terminó la canción por mí.
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Comencé a reír.
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Éste chico me encantaba un chingo.
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—¿De verdad es por aquí?—le pregunté a Mario.
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—El cazador me dijo qué vio una pequeña fogata por aquí, supongo qué se trata de ellos. —se encogió de hombros. —Y...¿Cuál es tu plato favorito?—me preguntó.
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Pensé mí respuesta.
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—Pues supongo qué mi plato favorito es el hondo, le cabe mucha más comida.
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—Qué chistosa. —dijo serio.
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Una pequeña risa salió de mí boca.
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—Mejor cuentame algo. —dije burlona.
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—Bueno.
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—Púes rápido.
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Comenzó a contar estupideces de las cuáles me cagaba de la risa, éste chico serviría para comediante.
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—Jajajaja
—Jijijiji
—Jajajaja
—Jijijiji
"Jaime y Jimena, tartamudos llevan 3 horas tratando de presentarse"
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Me contó y comencé a reír.
Y así estuvo todo en caminó, entre risas y más risas.
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Por fin escuchamos a más personas cercas y nos acercamos a mirar, teníamos la esperanza de qué fueran ellos.
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Cuándo mire a Emiliano cerca me sentí más tranquila. Si eran ellos.
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—¿________________? —me preguntó cuándo me vio. —Y Mario.
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Los dos nos acercamos a el.
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—Los buscamos toda la noche. —dijo y me dio un abrazo para luego darle uno a Mario, pero en de ellos fue de hombres con palmadita en la espalda.
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—¡Chicos!—escuche que gritaron.
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Me gire y todos venían corriendo hacia nosotros.
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Lupita se abalanzó a mi y está casi me asfixiaba.
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—No...puedo...respirar... —con falta de aire pronuncié.
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Lupita sé dio cuenta y me soltó.
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—Lo siento. —se disculpó. —Estábamos muy preocupados por ustedes, —miro a Mario y después a mí. —Creímos qué algo malo les había pasado.
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—¡Mí amor!—gritó Petra antes de abalanzarse a Mario.
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Agh, maldita puta.
Tenía gana de tener una metralleta y tatatata por puta zorra.
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Mario comenzó a apartala y eso me gusto.
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—¿Qué pasa mi amor?—le preguntó petra.
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—No me vuelvas a decir mi amor. —le dijo a la rubia.
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—¿Pero porque? Eres mi novio es normal qué te llame de ese modo.
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—Corrección, ex novios. —le dijo Mario, y a petra no parecía gustarle. —ya no quiero nada más contigo, de hecho nunca lo quise.
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—¿Fue esta zorra verdad?—me apuntó eufórica.
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—No, __________ no tiene nada qué ver, y te voy a pedir, no, te voy a exigir qué no la vuelas a llamar así. —le dijo Mario.
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—Pero tú estabas muy feliz conmigo.
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—Era todo menos feliz. Nunca te quise y nunca te querré, —giro su mirada a mi. —a la única qué quiero y del cuál estoy enamorado es dé ___________.
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Una sonrisa grande se formó en mi rostro.
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¿Podía besarlo?
Tenia unas ganas.
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Se acercó a mi con unas intenciones que desconocía, me miro directo a los ojos.
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Todo a nuestro alrededor se esfumó, solo existíamos el y yo.
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—Estoy enamorado de mi morenita.
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Y me beso.
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