Les deje una canción arriba, espero y la puedan escuchar mientras leen, se meterán mas en la novela, la sentirán. Ahora, puedes seguir leyendo. GRACIAS.
Mario Bautista
La decisión más dolorosa que había tomado en toda mi vida.
Saber que en un tiempo no veré esos ojos color avellana, esa sonrisa que me mataba, sus besos los extrañaría más que nada, a ella completamente.
— ¿Puedo pasar?—preguntó desdé la puerta Jan Carló.
Me di la vuelta unos segundos para volver a mí sitio normal.
—Pasa.
— ¿Por qué te vas?—parecía bastante triste y confundido.
Jan Carló era mi hermano menor, él y yo nos llevábamos mejor que con Daniel. Aún que no le ponía mucha atención a mi hermano era al único de esta familia al cual le tengo cariño, y claro extrañaría.
—Son cosas de grandes. —me encogí de hombros.
El alzó sus manos.
—No me vengas a con esa mamada, dime toda la verdad. —exigió.
Bufé, él sabía cómo eran todos aquí así que no me preocupaba mucho, aparte él ya estaba grandecito, todo un machó alfa.
—Mi mamá metió a mi novia a la cárcel, y yo me tengo que ir para que ella salga, ya te lo dije, ¿ahora me puedes dejar empacar?—seguí con lo mío.
— ¿En-entonces también meterán a mi novia a la cárcel?
Dejé de empacar mis cosas y le puse más atención.
— ¿De qué estás hablando?
—Yo-yo también tengo una novia, y bueno, ella no es precisamente millonaria. —dijo un poco cohibido.
—Sólo no se los digas a mis padres. —aconsejé.
— ¿Sera un secreto entre tú y yo?
—Nel, yo voy a rajar. —bromeé. El me dedicó una mirada sería. —Era broma, es un secretó.
—Bueno, más te vale, y dice mamá que te apures.
— ¿Puedes decirle que suba? —pedí.
El sólo asintió para salir de mi habitación.
Minutos después tocaron la puerta.
—Pasé. —dije.
Gloria entró por la puerta, parecía bastante feliz.
— ¿Ya éstas listó?—me preguntó.
—Todo listo, pero quiero saber algo antes.
— ¿Qué?
— ¿_______________ya está libré? —pregunté.
Tenía que comprobarlo, no podía hacer esto a lo pendejo.
—En este momento debe estar en casa con su familia y ellos felices de que su hija haya salido de la cárcel.
No podía creer la clase de persona que tenía por madre.
—Tú vuelo salé a las 8:00.
—Solo, deja que me despida de una persona.