[______________ López. ]
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Salí de ese maldito lugar en el qué me sentía acorralada, triste y rota.
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No podía seguir llorando, por lo menos no en éste momento.
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Llegué al baño y me mire al espejo.
El poco maquillaje qué tenía se había corrido, tenía los ojos rojos, y aún que no lo pudiera ver en el reflejó, mi alma estaba rota.
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No hay dolor qué duela más qué el del alma.
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Y el de la menstruación. Nunca olvides la puta menstruación.
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- ¿Qué te ocurre? -me preguntó Lupita.
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Estábamos sentadas en una mesa almorzando, mis gorditas estaban completas, ni siquiera las había volteado a ver.
No tenía apetito.
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-Nada. -mentí.
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Lupita soltó una risa sarcástica.
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-A mi no me puedes mentir ______________ López Ramirez. -dijo.
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Suspire, había dicho mi nombre completó, estaba hablando en serio. Quería toda la verdad.
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No podía ser peor la situación.
Mario y Petra caminaban juntos por toda la cafetería, tomados de la mano y lo peor de todo, sonriendo.
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Una estúpida necesidad de ir y separarlos se apoderó de mi. Pero no podía.
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Envidia, era envidia. Ella lo tenía a su lado, y yo, yo tenía unas gorditas de frijoles.
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Malditas películas románticas, nadamas te dan motivos para querer enamorarte pero al final no terminan cómo tal.
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-Me, me siento estúpida. -le dije. - ¿Porqué rayos me siento así? -pregunté.
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-Por qué estas enamorada. -dijo.
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-No se qué hacer. -la mire pidiendo ayuda.
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- ¿Qué se supone qué eran? -me preguntó.
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Maldita sea, ni siquiera yo lo sabía.
No eramos ni amigos ni novios.
Eramos un intermedió qué dolía en el corazón.
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-No...no lo sé. -negué.
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- ¿Qué fue lo qué paso?
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-El...el es novio de petra, y yo...yo le confesé todo lo qué sentía. El me dijo qué sentía lo mismo pero no le podía creer, lo acababa...lo acababa de ver besándose con ella. -le dije.
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-Tranquila. -me dio una palmada a mi hombro. -Eres joven, no te aferres a nada ni nadie, vendrán nuevas cosas, nuevos amores.
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Yo sólo asenti.
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-Mandalo a la verga. -dijo
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Abrí la puerta de mí casa y entre llevándome la sorpresa de qué mi madre estaba en casa.
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- ¿Qué haces aquí? -le pregunté.
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-Veo qué no te da gusto verme.
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-No, no es eso...sólo que es raro. -dije.
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-Tú tía tuvo un problema. -dijo.
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- ¿Debería preocuparme?
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-No. -negó. -mejor ve por las tortillas.
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Rodé los ojos.
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-Dinero. -extendí la mano para qué me diera lana.
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Me entregó 15 pesos.
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Salí de la casa y fui hacía la tortilleria.
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Cuándo llegué a esta pedí 1kilo, entregué el dinero y me regresé por dónde venia.
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A lo lejos pude notar cómo un chico venía cómo burro sin mecate en su skate.
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- ¡AHHHH! -grité cuándo me di cuenta de que iba a chocar contra mí.
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Choco conmigo haciendo que los dos cayéramos al suelo y mis tortillas se dispersarán por todo el suelo.
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- ¿Qué mierda te pasa? -le grite enojada.
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-Lo siento. -se disculpó levantándose del suelo, me extendió la mano pero se la negué.
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-Vete a la verga cabrón. -le dije.
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El sólo empezó a reírse.
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Quería matarlo.
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- ¿Qué diablos te causa gracia? -pregunté.
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-Nada, nada...lo siento perdí el contra. Pero a la vez lo agradezco, choqué con una chica linda. -dijo coqueto.
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Me gire para ver si había otra chica a parte de mi, y no. No la había.
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-Te digo a ti. -me dijo.
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-Ah...-arrugue mis cejas.
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- ¿Y si me pasas tú whatsapp? -me preguntó.
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-Mejor dame el tuyo. -le dije.
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- ¿Enserio?
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-Si, para bloquearte. -dije antes de irme.
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¿Y las malditas tortillas qué?
Vamo a decir que no había.
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-Espera...-me gritó el chico pero empecé a correr.
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Sentí cómo alguien me tomaba de la muñeca y me giraba.
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Dafuq.
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-Me llamó Abraham...-lo interrumpí.
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- ¿Melculo? -bromie.
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-No, Labah.
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- ¿Labah?
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-Labah Ginotta. -empezó a reírse.
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No pode con tenerlo, empecé a reírme junto el.
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Así no puedo madurar.
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Pero me encantaban las personas qué me hacían reír.
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-No es cierto, mi nombre es Gael. -me extendió su mano.
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Lo pensé por unos segundos pero al final termine aceptándola.
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-_____________. -le dediqué una sonrisa el cuál el me dedicó.
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Lo mire mejor.
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Era castaño, tenía unos ojos increíbles color miel, y realmente guapo.
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Pero lo pendejo e infantil la cagaba.
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De qué me quejo, luego término enamorándome de puro pendejo.
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Indirecta bien directa para Mario Bautista.
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Llegué a la preparatoria a tiempo, gracias a mi la cucaracha qué había en mi cuarto.
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//Flash Back//
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- ¡MAMÁ, MAMÁ HAY UNA CUCARACHA EN MI CAMA! -grité.
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-Dile qué la amas. -dijo.
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- ¿Porqué?
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-Para qué se valla cómo el perro de tú ex.
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//Fin del Flash Back//
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Era culero que tú mamá te haga sentir mierda.
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Estaba tan sumida en mis pensamientos qué ni siquiera me fije qué alguien estaba delante de mí, lo qué causó qué chocara con el.
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-Lo siento. -me disculpé.
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Se giró.
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-No té preo... -cayó cuándo se dio cuenta de qué era yo.
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Me sorprendí también cuándo me de cuenta de qué era Gael.
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-Ahora yo no tuve la culpa. -me dijo.
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-Si lose, lo siento. -me disculpé.
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-No tienes porqué disculparte. -dijo dedicándome una sonrisa. -De hecho haz hecho bien en chocar conmigo. Necesito a alguien qué me guíe, soy nuevo aquí. -dijo.
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- ¿Y quieres qué yo te guíe? -le pregunté.
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-Pues quiero otra cosa. -dijo bajó pero realmente lo escuché. -Pero seria bueno empezar por eso, morenita.
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Oh mierda. La había cagado.
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