—Llego tu héroe morenita. —Me tomó del brazo para jalarme hacia él. —Sube al coche. —ordenó.
—Pero...
—Sin peros, súbete ¡Ahora! —reprimí un gritó y obedecí.
Subí al coche y mire por la ventana. Mario se acercó al tipo y lo miro de pies a cabeza para después reírse. Se dijeron unas palabras que no pude entender ni escuchar, después Mario sacó su billetera para tomar dinero y dárselo al tipejo. Le iba a entregar el dinero pero antes de eso le volvió a decir algo a lo que él señor solo asintió para después querer arrebatarle el dinero a Mario pero él fue más rápido y no se lo permitió. Él señor le se enojó y le pego a Mario en la entrepierna—hasta a mí me dolió—y Mario cayó al suelo. Salí del coche y corrí hasta Mario.
Él tipejo tomó el dinero para salir corriendo y gritando. "Pa' mis caguamas"
Llegue hasta Mario y me puse de rodillas.
— ¿Te encuntr...
—Ni...lo preguntes. —dijo entrecortadamente.
—Lo siento. —me disculpe mordiéndome él labio inferior nerviosa. Él se siguió removiendo.
—Me debes una muy grande morenita. —dijo por último para empezar a pararse.
Nos paramos del piso y se dirigió hacia su coche. Yo me quede hay parada sin moverme, lo cual él noto y se giró a verme.
— ¿No vienes? —preguntó.
—No, la prepa está a media cuadra. —negué.
— ¿Ese loco casi te viola y todavía quieres irte sola? —dijo enojado.
—No quiero irme contigo.
—Pues lo siento. Ahora sube. —ordenó.
—No.
—Acaban de golpear a mi amigo de toda la vida por salvarte ¿y no piensas subirte a mi coche?
Me acerqué a él para así poder escupirle en la cara todo lo que quería.
—Nadie pidió tu ayuda. Yo podía sola. —contesté con él mismo tono de voz con en que me habló y al parecer a él no le gustó eso.
—Pues tu cara de perro asustado no decía lo mismo. —se recargó sobre su coche.
—Me debes una. —dijo.
—Te debo mangos.
— ¿Y sabes que quiero? —me tomó por la cintura y me atrajo a él. —Otro beso. —juntó sus labios con los míos.
Me sorprendí y pareciera que estaba jugando a la canasta de los limones por qué no me moví en ningún momento. Yo si traía calzones, él no. Pero... ¿Acaso era bipolar este chico? Hace unos momentos estaba enojado ¿y ahora?
Lo único que sabía era que yo no era para nada pendeja así que me zafe de él y le plantee una cachetada que sonó más fuerte que los madrazos que nos dábamos cuándo jugábamos a la víbora de la mar.
—Enojada te vez muy caliente. —dijo. .
—Todavía no me conoces enojada y créeme que cuándo me veas enojada vas a nadar en tus propios orgasmos.
—Oye, bájale a tu pedo. —me dice.
—Tú haces que me empute. —grite.
—Mejor vámonos o llegaremos tardé. —me tomó del brazo y a rastras me metió al puto coche.
—Dije que no. —intenté bajarme pero al parecer él le puso seguro.
Le pegué ya frustrada a la ventana y me cruce de brazos.
Le quitó el seguro al coche y subió para después arrancarlo.
Cuando llegamos a la prepa me baje sin siquiera decir algo. Me fui cómo los bastardos de los hombres cuándo descubren que sus novias están embarazadas.
Corrí hacia la entrada pero choqué con alguien. ¡Otra vez choqué con alguien! Esperó que estuviera vez si sea mi sexy chico con él que choco y nos casamos para vivir una historia de amor feliz. Pero al mirarlo, bueno más bien mirarla esa estúpida idea desaparece.
Era la gringa de ayer.
— ¿Tú que hacer aquí? —me pregunta.
—Yo estudió aquí ¿Tú que haces aquí? —hice la misma pregunta.
—Mi daddy me inscribió aquí. ¿Mario estar aquí cierto? —dijo.
Y ahí fue dónde me pude dar cuenta de que esta gringuita estaba loca por él idiota de Juan Bautista. ¿Y si era su novia? No lo creó, Mario me beso dos veces. Pero es tan cabrón que al chile no le importaría en absoluto.
— ¿Mario que es tuyo güerita? —pregunté sin rodeos.
—Mi novio.
Las ganas de golpearla volvieron de nuevo.