Capitulo 66

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________________ López

Aquí me encontraba, en el bote, sola, con hambre y sin noticias sobre mi caso.

Todo esto había sido una jugada muy sucia de parte de mi suegra, también tenía el gran presentimiento de que Petra tenía algo que ver en esto, pero no tenía pruebas acerca de ello.

Desdé que llegué no he parado de caminar de un lado a otro, el nerviosismo me comía por dentro.

Me dolían los pies, así que me senté un momento para descansar. Pero más que descansar comencé a llorar.

Sé que llorar no me sacaría de aquí, pero sí que me desahogara un momento. Necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro.

— ¡PUTA MADRE, YA CALLATE PINCHE NIÑA!—me gritó enojado un preso a mi lado.

Me callé un momento, pero a los poco segundos volví llorar.

— ¡CHINGADAMADRE!—el mismo preso le pegó a la pared furioso.

Con mi mano me seque los mocos y pare de llorar, no quería hacer enojar más a ese señor



Mario Bautista

Me sentía enojado, encabronado y emputado.

No solo conmigo mismo por permitirme que se la llevarán, sino también con mi mamá, ella había hecho todo esto, había liado un plan del cuál estoy seguro no participo sola si no con la ayuda de alguien más.

Su plan le salió a la perfección y funcionó.

No podía pensar lo terrible que se la ha de estar pasando mi morenita, ella era inocente. Me las tenía que arreglar para sacarla de ahí.

— ¿Hijo?—preguntó mi mamá.

—No me llames así.

Ella me estaba mirando todo este tiempo pero yo no podía siquiera mirarla, me sentía decepcionado, traicionado y enojado.

—Pero eres mi hijo.

Solté una carcajada sarcástica y negué paulatinamente.

—No parece, un padre siempre quiere ver feliz a su hijo. —seguí ignorando su mirada.

—Yo te quiero ver feliz, —negué indignado. —Yo sé que ______________ solo te quiere por tu dinero hijo, date cuenta. —hizo un movimiento con sus manos.

—Tú no sabes nada acerca de ___________, no puedes juzgarla de esa forma sin siquiera conocerla. .

—Mi instinto maternal me lo dice, y también me dice que Petra es la que te conviene.

La mire ahora con rabia. La maldita de petra también estaba metida en esto, tenía el gran presentimiento de ello. Tampoco podía creer que ella piense que Petra era la que me convenía. Ella es la persona que más aborrecía en el mundo.

—La odió, odió a Petra con todo mí ser, la odio, nunca en mi vida la amare, primero muerto que volver a tener algo con ella. Si tú crees que ella es la que me conviene es porque me odias y me desprecias, así de simple. —me encogí de hombros.

—No, no te odio hijo, si le das una oportunidad...—la callé.

—No pienso darle una puta oportunidad cuando tú no le diste ninguna pinche oportunidad a ______________. —repliqué furioso.

—No me hables en ese tono, merezco respetó, soy tu mamá no tú amigo.

—Perdiste todo respeto desde el momento en el que _____________ cruzó la puerta siendo llevada por esos policías. Así que no me vengas a decir que te mereces respeto porque eres la perso...

— ¡YA VASTA! —grito logrando que callara. —Si lo que quieres es que saqué a la mugrosa esa la voy a sacar pero tú tienes que hacer algo a cambio.

Inspeccione la mirada de mi madre, al parecer decía la verdad.

— ¿Qué...?

—Te tienes que ir a Monterrey.

—Estás loca...—negué sin poder creer el alcancé de mi llamada "madre".

—Si tú te vas a Monterrey hoy mismo tu amada ______________ sale hoy mismo, así de fácil. ¿Aceptas o no? —dijo.

¿Qué se suponía que tenía que hacer?

No quería que mi morenita estuviera en la cárcel, pero tampoco quería estar lejos de ella.

—Yo-yo no lo sé...—salí corriendo de mi casa.



________________ López

Ya era muy tarde y estaba segura de que mi madre empezaría a preocuparse. Sé que estaba enojada con ella pero la quería ver y abrazar.

—Tienes visitas. —me dijo un guardia.

Me pare como rayo del suelo y me acerqué a las rejas.

Una colonia bastante familiar entro por mi nariz, era Mario.

—Mi amor...—repliqué con alegría.

—Morenita. —me dedicó una sonrisa.

Pero su sonrisa no brillaba tanto como las que él me dedicaba, esta estaba apagada.

—Yo-yo lo siento. —se disculpó.

—No mi amor, tú no tienes la culpa. —negué, tome su mano derecha y con la otra acaricié su barbilla.

—Si la tengo, pero lo remediare y te sacaré de aquí te lo juró, haré lo que sea. Verte aquí dentro me rompe el corazón. —sus ojos empezaron a humedecerse y eso había rotó mi corazón.

—No hagas ninguna tontería. —negué.

Sabía que él no pensaba muy bien las cosas y temía que hiciera alguna tontería.

— ¡Un minuto!—grito el guardia.

Mario me miro a los ojos y yo me perdí en ellos. Me dolía mucho verlo así. Su esencia se había apagado.

Me tomó de la barbilla y me planto un beso.

Éste era muy diferente a todos, pareciera como si fuera el último y quisiera dejar el sabor de mis labios en los suyos.

Solo duro unos segundos y se separó lentamente.

Me dedicó una sonrisa.

—Te amo morenita, nunca lo olvides, siempre lo haré. —acarició mi barbilla por último y se alejó lentamente dejándome confundida.

Mi corazón me decía a gritos que algo iba mal. 



Mario Bautista

Llegue a casa.

No quería regresar, no quería volver a pisar esta casa, desdé este momento la odiaba.

Ver a ____________ dentro de ese lugar rompió mi corazón y me hizo entender que tenía que hacer todo por sacarla, y no importaba cuan doloroso fuera.

Entre a la casa y fui hacia la sala para encontrarme a Gloria sentada viendo televisión.

Me puse delante ella impidiéndole seguir viendo la telenovela y logrando toda su atención en mí.

—Aceptó.

Ella abrió sus ojos y formo una sonría.

— ¿Es significa que tu...?

—Sí, hoy mismo me voy a Monterrey.

Juan Bautista ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora