[Mario Bautista]
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Había ganado y aceptó quedarse un rato más en mi casa.
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En estos momentos esta llamando a su mamá para avisarle.
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— ¡Mamá...Ma...Ama, Ma...sí... ma...sí, esperame...qué si...ama...qué si apagué la estufa... Escuchame...! ¿Mamá? ¡AGH! —colgó.
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— ¿Qué dijo? —le pregunté.
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—Nada, ni siquiera me dejo avisarle. Me preguntó que sí apagué la estufa. —dijo enojada.
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— ¿Entonces si te quedas un rato más? —le pregunté con un poco de esperanza.
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—Supongo...—dijo encogiéndose se hombros.
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— ¿Vamos al jardín? —ofrecí.
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—Dame un tour por tu hause. —me dijo utilizando un inglés espantoso.
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Se veía realmente tierna cuando cuándo dijo eso. ¿Qué?
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—House. —la corregí.
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—Lo qué sea. —empezó a caminar hacía él jardín.
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— ¡Espera! —le grité para qué se esperará, se detuvo y me acerqué a su oído.
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—Kiki ma jens tumaself —le susurré.
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—Pendejo. —me pegó en él hombro.
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—Agresiva.
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— ¿Agresiva yo? Agresiva tu puta madre pendejo yo soy un amor.
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Los dos nos reímos y empezamos en a caminar.
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Llegamos a la piscina y ____________ la miraba cómo si nunca en su vida hubiera visto una.
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— ¿Quieres meterte? —le pregunte.
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— ¿Qué te hace pensar eso? —me preguntó.
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—Mi instinto maternal me lo dice.
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—Eres una vergüenza para tu jefa.
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Me acerqué a ella a pasó lento.
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—No, alejate. —intentó alejarse pero la tomé de la cintura y la carge sobre mi hombro. Tenía la intención de aventarla al agua.
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—No seas cabrón. —me dijo.
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— ¿No quieres refrescarte? —le pregunte.
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— ¡NO!
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Llega ese momento en tu vida donde te das cuenta de que ya es mucho desvergue. Pero todavía no llega ese momento, así que me valió madres y la tiré a la piscina, pero me tomo tomó de la playera y caí junto con ella.
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— ¡Me pierdes! —me dijo.
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Pero la tomé de la cabeza y la undí adentró.
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—Pendkdjdbslaisjdbbekd—dijo balbuceando desde abajo.
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Me sumergí en la piscina y la tome de la cintura para acercala a mi.
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Le hizo una señal de que no podía respirar, necesitaba oxígeno.
Hací que acerqué mi boca a ella y le pasé oxígeno. Pero segundos después ella empezó a mover sus labios formando un besó, él cuál acepté encantado.
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Subimos a la superficie pero sin dejar de besarnos.
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Pero todo tenía que llagar a su fin. ____________ puso sus manos sobre mi regazo para separnos.
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Mire sus labios, estaban rojos, hinchados y mojados. Realmente me dieron ganas de volverlos a probar. Podría besarla todo él día y no me cansaría.
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—Me gustas un chingo.
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Y aquello había salido sin permiso de mi garganta.