Capítulo 19

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Mi abuelito Paco empezó a sacarse la camisa y la llevo a su cabeza para moverla de un lado a otro. Mientras bailaba Él listón de tu pelo arriba de una mesa a la cuál no tengo idea de cómo subió.

— ¡Che cumbion esta bien perro! —grito mi abuelito.

— ¡Paco! ¡Bajese de hay! —grito mí tía Alicia.

Me gire a Mario y lo mire en forma de "Lo siento" él sólo negó divertido.

— ¡Alicia no es mi culpa de que no te hayas casado! —le gritó mk abuelito a mi tía Alicia.

—¡Hora del voló! —grito alguien. Creó que fue mi tío Roberto él padrino.


Todos  fuimos hacia él y nos pusimos en posición para tomar todo él dinero que podamos.

—¡UNA...DOS...—no término de contar.

Todos nos molestamos.

—¡OTRA VEZ! UNA...DOS...DOS Y MEDIDA... TRES! —aventó él dinero.

Mire una moneda de diez y la tome. ¡Genial! Me gire a ver a Mario y me sentí tonta. Tenía tres monedas de $10. Una de $2, y tres de $5.


—No te sientas mal morenita te voy a compartir. —me lanzo un giño.

La canción de subete a mi tren empezó a sonar y todos se fueron a formar una cadena para empezar a bailar.

No quería jugar o bailar—lo que se a que se haga—porqué la última ves terminé en él hospital.
Todos se tomaron de los hombros y empezaron a moverse.
"Ah ah ah chuku chuky chuku chuku chuku chuku chuku"
La canción empezó a ir más rápido y todos empezaron a casi correr. Aquí empezaba lo bueno.
Mi primo se tropezó y callo sobre en pastel. Mi prima callo de espalda contra los regalos y mi tía callo sobre una mesa de comida.


—Mejor vámonos de aquí. —le dije a Mario.


Nos quería seguir pasando vergüenzas.


Lo tome de la mano y lo lleve hacia él jardín. Estaba sólo y alejado de todo él alborotó.


—Lo sient...

No pude terminar la oración porque me había tapado la boca con sus mano.


—Ni lo digas. Me la estoy pasando de maravilla. —me dedicó una sonrisa sincera.


—Mi familia no es cómo todas.


—Por supuesto que no. Es única.

Me quedé boca abierta. ¿En que momento se había vuelto tan tierno?


— ¿Te gustó verdad? —me pregunta.


Abrí mis ojos.


— ¿Qué? Por supuesto... ¡QUE NO! —negué.


Él sólo se rió y me tomó de la cintura atrayéndome a él. Acercó su rostro a mi cuello y empezó a dejar besos.


Mierda había dado en mi punto. ¡ESTO SE VA A DESCONTROLAR!

Juan Bautista ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora