Mario Bautista
No se que estoy haciendo con mi vida. Solo se que después de esto me divertiría. Estacione mi carro en la esquina de una calle que nisiquiera yo conocía. Unos tacos llamados "Él taco feliz" estaban al servicio. Nos bajamos y caminamos hacia él puesto.
Había muchos perros rondando por él puesto y eso quería decir que los tacos estaban buenos. Tomamos asiento y él mesero vino por nuestra orden. Mire a __________, ella iba a hablar pero me adelante dejándola con la palabra en la boca.—Me da una orden de 10. —pedí. Él asintió y se retiró.
— ¿Tu no comerás o qué? —pregunto pero no logre captar su pregunta. Acababa de pedir una orden era obvió que yo también comería.
—Acabo de pedir una orden.
—Y esa orden de 10 es para mí. —dice.
Yo solo reí, era una metirosa.
—No creó que tú te puedas comer 10 tacos. —entrecerré los ojos.
—No creerás todo lo que yo puedo hacer compi. —se señala y me mira con aún aire de superioridad.
—Si te acabas los tacos...me pides lo que sea y si no te los acabas te pediré algo y me lo darás. —propuse.
—Acepto. —me da su mano para que cerremos nuestra pequeña apuesta.
A los 20 minutos llegaron los tacos.
—Gracias. —agradeció _______.
Yo sólo le acerqué él plato de tacos para que empezará a comer.
Miro dudosa las dos salsas indecisa si ponerle de la roja o la verde. Tomo de la verde que era la que picaba más y se la hecho a los tacos.
— ¿Te gusta el chile? —pregunte pero al parecer ella había entendido un doble sentido intencional. Rodó los ojos, tomó un taco y me miró.
—Solo no me mires. —dijo.
Rodé los ojos y tomé mi celular para empezar a jugar.
Pasaron 10 minutos y mire su plató. Apenas llevaba 8 y tenía una cara de asco. Ya estaba llena.
— ¿Ya no quieres? —pregunte riendo triunfante.
Ella negó arrugando la cara casi llorando, ¿quería vomitar?
— ¿Me da la cuenta? —Le dije al mesero.
Él se acercó.
—Son 35 pesos. —dijo.
Saque mi dinero y pagué.
____________se paro de golpe y corrió hacia afuera del local.
Corrí detrás de ella y me pare alado suyo.— ¿Estas bien? —pregunte y me sorprendí por mi tono de voz, realmente sone preocupado.
—No, perdí. —me miro.
Yo negué divertido. ¿Se preocupaba por si perdió o no? En vez de si esta bien o no. Era increíble.
— ¿Qué me pedirás? —preguntó y pensé. Realmente ahora no sabia que quería tal vez en otro momento.
—Luego te digo.
—Tengo que irme a casa. —dijo.
—Vámonos entonces. —dije para empezar a caminar.
Ella también empezó a caminar, íbamos a medio camino cuándo escuchamos un ruido.
Los dos volteamos y vimos a un vagabundo con un perro a su lado.
—¡Hey Morros! Vengan acá. —grito.
Mire a ______ y se veía pálida. Estaba surrada de miedo.
—Corremos en 3...2...1...¡CORRE! —grite.
Empezamos a correr y él perro empezó a perseguirnos.
—No quiero morir tan joven. —dijo ______.
—Pues corre más recio.
Nos desviamos y nos fuimos por un callejón para escondernos. Vimos un pasilloto y nos metimos. Tomé a ______ y la pegue a mí, le tapé la boca para que no nos descubrieran.
Estábamos tan juntos que pude oler su aroma a vainilla, era tan delicioso.
Me deje llevar y hundí mi cabeza en su cuello captando su olor.— ¿De qué perfume te hechas? —pregunte.
—De ninguno. —dijo nerviosa. La estaba poniendo nerviosa y eso me gustaba.
Al parecer él perro y él vagabundo ya se habían desaparecido. Me aparte un poco de ella y la mire a los ojos.
La luz de la luna pegaba en su cara perfectamente dejándome ver sus ojos tan preciosos. Un color avellana que brillaba más que la misma luna.—Ya se lo que quiero. —dije. —Un beso.
La tome de la nuca y atraje sus labios a los mios en una conexión perfecta.