____________________ López
Tres días después de recibir aquella noticia, tres días en los que no veo esos ojos que me enamoraban, tres días en coma.
Ni lunes y martes había asistido a clases, mi madre lo había dejado pasar pero dijo que hoy tenía que asistir, no podía tener más faltas.
Prefería quedarme a cuidar a Mario como lo he estado haciendo estos días, no tenía ningún problema con hacerlo.
Caminé por el pasillo en el cual me encontré con Lupita, ella sabía sobre todo lo ocurrido, pero no había salido de mi boca sino de los chismes de la preparatoria. Alguien había dicho que Mario estaba en coma.
Lupita me abrazó tan fuerte que pensé que se me iban a salir las tripas, Lupita no comía mucho pero bien que tenía una fuerza sobrenatural.
Comencé a llorar en su hombro, apenas unas pequeñas lágrimas deje salir por qué no quería preocuparla más de lo que ya estaba.
A lo lejos noté a Petra, venía caminando como si nada hubiese pasado, no le importaba para nada el estado en el cual Mario se encontraba.
Algo llamado rabia invadió mi cuerpo, recordé que la señora Gloria me había dicho que Petra le había metido ideas estúpidas sobre todo esto. Ella tuvo la idea de que me metieran a la cárcel.
Me separé de Lupita la cual me miro confundida. Sin darle explicación alguna me dirigí hacía Petra molesta, mi sangré hervía cada vez que miraba la sonrisa de Petra, hipócrita.
¿Y todo ese supuesto cariño hacia Mario?
Llegué a su lado y con todas las fuerzas sobre mi mano le planté una cachetada.
— ¡Qué te pasa india arrastrada!—me gritó. — ¡Eres una bestia!
No había medido mi fuerza sobre su rostro, pensé que le había dado una cachetada pero fue un puñetazo, sangre salió de nariz y no me importaba en absoluto.
Sonara feo y horrible pero verla sufriendo me llenaba, tenía que verla sufrir para calmar un poco de mi sufrimiento.
* * *
Desdé el martes en la tarde no veía a Mario y se me estaba haciendo eterno el tiempo.
Llegué al centro médico después de haber pasado a mi casa a dejar mis cosas y cambiarme. Mamá me había ofrecido comida pero yo se la había rechazado, estos días no tenía hambre de nada.
[...]
Ver a Mario respirando por si sólo fue un gran alivio para mí, di pasos cuidadosos hacía su cama. Su pecho subía y bajaba constantemente y su monitor cardíaco mostraba un ritmo cardiaco lento.
Le hable a Mario sobre su familia, también le dije sobre el puñetazo que le di a Petra y sobre el reclamó que le aventé. Nunca entenderías lo que se siente hablarle a alguien que no era consiente hasta que lo experimentabas. Al final cuando me quede sin temas de qué hablarle le dije que yo también quería que se despertara, aunque las cosas serían aún peor después de que despertase.
Daniel me dijo que quería estar un momento con el así que me apure para salir.
—Yo también te extraño. —le susurré. .
Tenía que decírselo sino mi corazón explotaría, antes de irme le permití a mis labios tocar su frente con la esperanza de que si no podía oírme, tal vez si podía sentirme.
Mario Bautista
Todo comenzó a ponerse más claro. Célula por célula mi cuerpo comenzó a despertar, sentí como una calidez deslizarse por mis huesos. Estaba muy confundido, sentía como si mi cuerpo pesara toneladas. ¿Qué era esto?
Estaba volviendo a la realidad y no había marcha atrás.