Era sábado por la tarde y no encontraba mis zapatos.
—¡MAMÁ! —llame a mi madre.
—¿Qué quieres? —respondió.
—¡SE DICE MANDE!
—¡A MI NO ME RESPONDES ASÍ PENDEJA! —dijo cómo siempre. Emputada.
Baje las escaleras y llegue a la cocina.
— ¿Dónde están mis tacones dorados? —pregunté.—En la mesa donde siempre los dejo. —gruño.
—No hay nada ama. —negué.
No había nada en la puta mesa. Busqué debajo y a los lados.
—¿Si voy y los encuentro que te hago?—me miro desafiante.
Está vez estaba segura que no había nada. No podía perder esta vez.
—Nada porqué no se que pedo contigo que siempre encuentras todo y siempre pierdo. Pero esta vez NO HAY NADA LO JURO. —dije.
Dejo lo que estaba haciendo y se dirigió a la mesa donde supuestamente se encontraban mis tacones.
Caminé también y cuándo llegué sonríe sabía que no había encontrado nada.
—Vez no hay nad...—deje incompleta mi frase cuando me di cuenta de que estaba parada con una manó sobre su cadera y los tacos en la otra mano.
Mierda.
— ¡NADAMAS ME HACES VENIR A LO PENDEJO BUSCA BIEN! —dijo y me encogí. Mi madre enojada daba más miedo que ver a Laura Bozzo sin maquillaje.
Tome los tacones y me fui a cambiar rápidamente.
* * *
Me puse un vestido color rojo y mis zapatillas doradas. Mi mamá me había comprado ese vestido hace una semana, lo vio de oferta en él tianguis y lo compró. Nunca me dejó ponérmelo porqué si veía que me lo ponía me decía "Quite eso, es para él bautizó de tu primó"
Lupita me dijo que me pusiera las zapatillas doradas porque yo era capaz de irme en chanclas.
Me puse un poco de maquillaje y me mire al espejo. Y no era por ser egocéntrica pero realmente me veía bien.—Hola nena estas disponible para más de rato. —me dije en él espejo.
—No. —dije y tomé mi cabezo y lo aventé al aire en forma "Soy una diva" —No hablo con idiotas. —me dije en él reflejo.
—¡____________tienes visitas! —grito mi mamá y me sobre-salte. Me había asustado.
Estaba hablando conmigo misma en él espejo.
—Nos vemos nena. —y me giñe un ojo.
¿Visitas? No lo creó. No esperaba a nadie.
Baje las escaleras y me lleve una sorpresa.
Mario Bautista estaba esperándome sentado en MÍ sillón cómo rey.
Cuándo me vio sus ojos se abrieron demasiado, al igual que su boca.
Me acerqué y el se paro del sillón. Cuándo lo miré mejor ralmente se veía sexy y atractivo.
Controlate ________.
Sonrió y puso su brazo para que lo tomara. Lo cuál me pareció muy tierno.— ¿Nos vamos? —me preguntó.
—Eh...¿Y mi mamá?—pregunté yo ahora.
Y de la nada apareció mí mamá. Nel a mi no me hace pendeja esta espiando.
—No se preocupen tu tía vendrá por mí. —dijo.
Mario asintió y empezamos a caminar hacía la puerta.
—¿Tenemos que ir a mida primero verdad? —preguntó.
—Si.
—Esta bien. —asintió y caminamos hacia su coche.
Por primera vez me había abierto la puerta para subirme. ¿Qué se traía?
Dio la vuelta al carro y se subió para arrancar hacia la iglesia.
—Hace calor, bajaré las ventanas.—dijo.
Él viento empezó a chocar contra mi peló. ¡No!
—¡Estúpido mi pelo idiota!* * *
—No lo entiendo. —me negué sin entender. — ¿Cómo no te quemaste cuando entramos?
Él soltó una pequeña risa y se encogió de hombros.Estábamos sentados en las últimas bancas y él ambiente era aburrido.
Mario movió un poco su mano y me toco parte de mi muslo. ¡Infeliz!
Me puse roja y me tape la cara con él pelo suelto que traía. No podía dejar que pensara que eso me había ruborizado.
Mire al frente y vi cómo una niña me miraba fijamente. Creo que conocía mis pecados, pues me miraba de una manera aterradora.
* * *
Después de la misa nos dirigimos hacia él salón de fiestas.
Ahora nos encontramos comiendo mole y tomando agua de jamaica.
—Esta delicioso. —dijo Mario.
— ¿De verdad nunca habías probado él mole?
—Te lo juró.
La música de los ángeles azules empezó a sonar y todos empezaron a levantarse para ir a bailar.
Mario me miro para después enviarme una sonrisa arrogante.
—Vamos a ver que tan bien bailas morenita.