Me dejo en el suelo cuando estábamos adentro.
Me baje la playera y me acomode mejor el pelo. Mire a mi alrededor y pude observar a varias chicas bailando o mejor dicho porreándole a chicos.
«Ella no ta' enamora' de mí no! no!
Pero le gusta como yo le doy. si! si!
Yo la pongo a volar
Cuando yo le doy besos
Pero no ta' enamora' de mí no! no! »
Decía la canción.
Al parecer aquí era puro perreo intenso y no cumbion loco como el que baila mi abuelito. Si él estuviera aquí estuviera golpeado al dj con su bastón para que pusiera la de "17 años, el listón de tu pelo o la de cómo te voy a olvidar" se quitaría la camisa y sacaría a mi abuelita a bailar con él, tan solo de recordar todas mis navidades me dan ganas de tomar cloro. Yo ni siquiera sabía cómo bailar esa cosa a lo que le llaman perreo.
— ¿No quieres bailar morenita? —pregunta el estúpido de mi derecha.
— ¿Contigo? —lo mire con asco.
— ¿Quién más querría bailar contigo? —se burló.
—Ven acércate, —le indique con la mano para que se acercara. Él se acercó— ¡NO! —grite.
—Pendeja.
—No me hagas enojar. —lo mire como con cara de "No me toques ando chida"
—Mira, aquí la que...
No pudo terminar porque alguien llego a interrumpirlo, mire mejor y era un chico rubio y gracias al reflejo de las luces pude ver sus ojos color azules. No pues este es europeo, se veía.
— ¿Qué tranza carnal? —dijo chocando las palmas con Mario.
—Qué onda papi. —dijo Mario.
—Tus pedas son las más chingonas sin duda. —me había equivocado, este era más mexicano que los chiles en nogada.
—Ya sabes. —se empiezan a reír los dos excluyéndome.
El rubio por fin se dio cuenta de mi presencia.
Me miro de arriba abajo poniéndome incomoda. Detrás de el apareció una rubia y también miro.
— ¿Y esta quién ser? —pregunta con un tonito que me molesto y con un acentito estúpido de gringa.
—Esta tiene nombre, me llamo ______. —le sonreí con hipocresía.
— ¿Ella ser tu nueva puta? —pregunta a Mario. —Porque tiene nombre de puta.
La sangre subió a mi cabeza. ¿Me acaba de llamar puta la puta?
No cabe duda de que es tan puta que le tiene que andar llamando puta a otras para sentirse menos puta.
— ¿Qué dijiste pendeja? —me acerque más a ella.
—P-u-t-a. —me dijo en la cara con descaro.
—Te deformare la cara que ni con cirugía se te arreglara. —dije por último y la tome de los pelos de elote que tenía para arrancárselos uno por uno.
También tomo los míos y empezó a jalarlos.
— ¡PUTAZOS, PUTAZOS, PUTAZOS! —gritaba la gente.
Y aquí empezaba una pelea entre una gringa y una mexicana.