[____________ López]
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—Mi mamá me va a matar. —dije alterada y medía atontada por el beso qué nos habíamos dado.
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—No es para tanto. —me dijo cómo si no fuera la gran cosa. —Solo te da unos buenos putazos y listo.
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Lo mire mal, esto era su culpa.
Tomé la ropa que se me había caído y corrimos hacia adentró de la casa.
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—Oye. —me dijo cuándo ya estábamos dentro de la casa secandonos con unas toallas.
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Sólo lo mire para que continuara hablando.
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— ¿Estas ocupada el miércoles? —me pregunto.
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Pensé un poco. Realmente no tenía nada interesante, sólo ver la rosa de guadalupe en youtube y tragar.
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—No, ¿Porqué? —le pregunté arqueando una ceja.
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—Porqué te quiero invitar a mi partido que es este miércoles. —me dijo.
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— ¿Invitar? —dije confundida.
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—Si, qué me vallas a ver pues.
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¿Porqué me estaba invitando? Era algo raro y extraño. Realmente no tenía nada que andar haciendo hay y menos ir a verlo. Su novia se enojaría no. De por si, saber que me beso teniendo novia me hacia sentir un poco mal.
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—Pero...¿y tú novia? —le pregunté un poco cohibida en el sillón.
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Me miro confundido, cómo si no supiera de qué hablo.
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— ¿Mi qué? —me preguntó.
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—Tu novia, la guerilla ésa. —le dije casi gritando para que captara.
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— ¿Petra? —me preguntó y casi me caigo del sillón. ¿Petra? Con qué hací se llamaba la pendeja. ¿Su mamá no la quería o qué? Con ese nombré puedo apostar a que no. —Ella no es mí novia. —confirmó.
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—Ella me lo dijo él otro día. —me incorpore mejor en él sillón. Él se sentó junto a mi recargando sus codos en sus rodillas. Me miró.
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—Eso fue mentirá. Esa estúpida esta loca por mí, y desdé que terminamos no a podido superarme. —dijo.
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Santa madre de la panocha prieta.
Una oleada de alivió recorrió mi cuerpo.
No se porqué pero eso me hacia sentir un poco bien, de alguna o otra manera me lo hacía sentir.
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Asentí sin seguir dándole importancia al tema.
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—Me tengo que ir. —avisó poniéndose de pié.
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Nos dirigimos hacía la puerta y antes de irse se giro a verme.
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— ¿Me extrañaras? —me preguntó mirándome a los ojos de una manera que me hizo estremecer.
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Vacilé un poco.
Te diría que si pero no quiero
hacértelo saber porqué se qué te aprovecharías de eso. Pensé.
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Ya era martes y había llegado un poco tardé al salón. Busqué un banco y gracias a todos los dioses que existían había uno disponible.
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Me senté y esperé a qué la maestra llegara.
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La maestra Lourdes entró todos se quedaron callados. Esta maestra era la más estricta de todas.
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Empezó la clase, pero después de unos 20 minutos me estaba empezando a aburrir. Hací que tomé mi celular y empecé a revisar Facebook un momento, pero no pude continuar porqué la maestra estaba parada frente a mí con su mano extendida para que le diese mi celular. Mierda.
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Se lo entregué con todo él dolor de mi alma.
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—Lo llevaré a la dirección. —dijo.
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¡No, no! Si mi mamá se entera me mata.
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[Mario Bautista]
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—Señor Bautista retírese del salón y valla con él director por favor. —ordenó él maestro Pedro enojado.
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—Ya profe, no lo vuelvo a hacer. —le supliqué.
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—Le canceló él examen a todos si no se salé. —me dijo.
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Suspire.
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—Pos a la verga. —dije y me salí del salón.
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¿Qué tenía de malo bailar candy perreo?
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Cuándo llegué a la dirección toqué la puerta y esta se abrió por él director.
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Entré y nos sentamos para conversar.
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— ¿Otra vez usted Señor Bautista? —me preguntó él director.
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—Es qué el profesor es un amargado. —le dije fastidiado.
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— ¿Qué hizo ahora? —me preguntó recargando su cuerpo sobre su silla.
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Iba a decir lo ocurrido pero algo me salvo. Había sido él timbre de salida. ¿Esperen qué? Todavía faltaba una hora para salir.
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Él director se paro de su silla confundido y me miró.
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—Vuelvo enseguida, no se mueva. —dijo.
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Salió de la oficina para dirigirse al pasillo.
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Me recoste sobre la silla para esperarlo.
Un ruido me llamó la atención.
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La ventana de la oficina se abrió y por esta entró una chica. ¿Qué pedo?
Cuándo toco en piso me pude dar cuenta de quien era.
Mi morenita.
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Una sonrisa bastante marica se formó en mi cara.
Se acomodó la falda y levantó la cabeza. Cuándo se dio cuenta de mi presencia se sobresaltó.
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— ¿Qué haces tú aquí? —me preguntó.
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— ¿Tu, qué haces aquí? —le pregunté enarcando una ceja.
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—Vine a buscar mi celular. —me dijo para empezar a buscar por todos lados.
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Busqué con la mirada su celular. ¡Ahuevo! Tome su celular y se lo mostré.
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— ¿Buscabas esto? —le dije y ella se giro. Cuándo vio qué tenia su celular en mi manos sus ojos brillaron.
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—Damelo. —empezó a caminar hacia mí para quitármelo.
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Negué. Y lo alejé de ella para que no me lo quitara.
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—Te lo de vuelvo pero quiero algo a cambio. —le dije cruzandome de brazos.
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—¿Qué quieres?
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—Quiero sexo contigo y tienes que aceptar cuándo yo quiera, a la hora que yo quiera. —le dije.
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Ella rió tanto que casi se le sale un pedo.
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—Calmate Cristián Wey. —dijo moviendo su manó en signo de alto.
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—Pero me conformaría con un besó. —le dije.
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Su sonrisa desapareció y me miro sería.
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— ¿Lo quieres o no? —le dije para que me besara de una buena vez.
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Ella solo suspiró y rodó los ojos.
Se acerco a mí y a mi boca.
Puso sus manos detrás mi nuca para acercarme más a sus labios. Cerró sus ojos y me plantó ese increíble beso que necesitaba. Empezó a mover sus delicados labios al mismo ritmó que los míos, posicione mis brazos en sus caderas y la acerqué más a mí. Rodee su cintura con mis brazos mientras que ella acariciaba él pelo de mi nuca. Con mi lengua pedí paso para entrar en su boca y cuándo esta acepto la invitación empecé a recorrer cada parte de ella.
De pronto la puerta se abrió y nos separamos lo más rápido que pudimos pero de todas maneras nos habían visto.
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— ¡Señorita__________! —grito él director.
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__________ abrió sus ojos y tragó saliva.
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Estábamos en problemas.