-¿Se pelearon? -preguntó él bebiendo un poco de café.
-No. Es que ya no está en el hotel.
-Es verdad. Hannah me contó lo del curso de cocina.
«¿Micaela le había contado a Hannah lo del curso de cocina y lo del departamento? -pensó él- ¡Si sólo se habían visto durante unas cuantas horas!» A él le había costado más de un día conseguir que le dijera algo de carácter personal.
-¿Estás muy ocupado? -le preguntó a John mirando su reloj-. Tengo que preguntarte un montón de cosas, y me gustaría que me facilitaras más información sobre el departamento de investigación.
-Ahora tengo una reunión, pero dime qué quieres e intentaré enviártelo antes de entrar. Uno nunca sabe cuándo conseguirá escapar de una reunión con el departamento jurídico. Y en cuanto a las preguntas, ¿qué te parece si nos vemos para comer?
-Perfecto.
Gonzalo le anotó en un papel todo lo que necesitaba y John consiguió mandárselo antes de que lo secuestraran los abogados de la empresa. El departamento de investigación había ido perdiendo en los últimos años, y más desde la muerte del jefe del laboratorio. Cuando MacDougall y sus desaparecidos socios crearon la empresa, ese departamento había sido el buque insignia, pero tras la jubilación de Mac, la nueva gerencia de Biotex optó por concentrarse en mejorar sus ventas y dejar a un lado la búsqueda de nuevos productos. Fénix había sido uno de los últimos proyectos en los que se había implicado el fundador, y casi había logrado dar con una fórmula magistral, pero no fue así. Y cuando volvieron a trabajar con ella tampoco tuvieron éxito. O al menos eso era lo que decía el informe que Gonzalo sujetaba. Las once.
Todo un récord. Había conseguido no mirar el reloj durante un par de horas. ¿Cómo le estaría yendo el día Micaela?
Micaela se levantó a las siete sin haber dormido nada. Entre los nervios por empezar las clases y las imágenes de Gonzalo, que le venían a la cabeza cada dos segundos, no había pegado ojo. Llegó a la escuela puntual y aprovechó para saludar a Clara
y darle las gracias de nuevo por lo del departamento. Buscó la clase a la que se suponía que tenía que ir, y al abrir la puerta se quedó embobada. Era la cocina perfecta. En una isla central estaban los fogones y una encimera preciosa con todos los utensilios imaginables.Detrás, había armarios llenos de harina, sal, azúcar, y al lado dos neveras enormes con puertas de vidrio. También un horno y un fregadero con mangueras extensibles. De cara a la cocina, había unas diez mesas con sus respectivas sillas. Se sentó en una de ellas y se deleitó con lo que la rodeaba.
Seguía sumida en sus pensamientos cuando entró un hombre, de unos cincuenta años y de un aspecto claramente italiano.
-Hola, tú debes de ser Micaela. Soy Luca, el profesor de cocina americana. -Al ver que ella abría los ojos sorprendida, se rió-: Es broma, soy el profesor de cocina italiana. La única del mundo.
-Encantada, ¿cómo sabías que era yo?
-Clara me ha dicho que estabas aquí. Fíjate, una española y un italiano y somos los primeros en llegar, para que luego digan que los latinos no somos puntuales.
Micaela se rió.
-Sí, los tópicos no siempre son verdad.
-Bueno, algunos sí. No me negarás que en España o en Italia se vive mejor que aquí -la interrogó el profesor, demostrando que el tópico que sin duda era cierto era que los italianos son unos seductores.
-Sí, eso es innegable -admitió Micaela-. Aunque no me importaría quedarme aquí durante un tiempo.
-Dímelo a mí, cada vez que vengo me entran ganas de quedarme una temporada, pero luego me acuerdo de Roma y se me pasa.
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A fuego lento <<adaptada>>
FanfictionAdaptación de "A fuego lento" de una de mis escritoras favoritas la maravillosa Anna Casanovas. Gonzalo quiere darle un giro radical a su vida y se instala en Nueva York. Micaela siente que es momento de retomar los sueños que sacrificó por converti...