-¿Les importa que llame un segundo? -Buscó el celular.
-En absoluto. De hecho -dijo John-, yo también llamaré a Hannah para decirle que llegare tarde. Y tú, abuelo, deberías hacer lo mismo con la abuela. -Mac obedeció sin rechistar y llamo a su esposa.
Gonzalo, sonriendo al ver que los dos hombres también sufrían por sus parejas, marcó el número. Micaela tardó en contestar, pero por fin lo hizo.
-¿Gonzalo?
-Hola, Mica. Siento avisarte tan tarde, pero hoy no voy a poder ir. -Esperó unos segundos a ver cómo reaccionaba-. Estoy reunido con John y Mac.
Ella no sabía qué decir; por una parte, quería que fuera a cenar a su casa, se habían visto cada día y, después de todas aquellas citas, le gustaba cocinar otra vez para él, pero por otro lado, si no lo veía, tal vez asi se aclarase un poco.
-Tranquilo, no pasa nada. Espero que les vaya bien. -En el fondo, ella siempre había sabido que él era un adicto al trabajo.
-Esta reunión es importante -dijo Gonzalo como si le leyera la mente-. Si no lo fuera, ahora mismo para estar con vos.
«Seguro», pensó ella.
-Ya te dije que no pasa nada. Ya nos veremos.
-¿Cómo que «ya nos veremos»? -La había llamado para decirle que esa noche no podía ir, y para proponerle que pasaran juntos el día siguiente. Al fin y al cabo, era sábado y los dos estaban libres. No para decirle que «ya se verían».
-Eso, que ya nos veremos. Creo que llaman a la puerta -mintió ella sin saber muy bien por qué-. Ya te llamaré. Saludos a John y a Mac de mi parte.
Gonzalo estaba tan atónito que no sabía ni qué decir. Aquél no era el momento de tener una discusión, y con lo cansado y nervioso que estaba, seguro que acabaría diciendo alguna tontería.
-Les daré recuerdos, pero Mica...
-¿Sí? -dijo ella con fingida inocencia.
Gonzalo se frotó los ojos y el puente de la nariz.
-¿Voy mañana sobre las diez? -Micaela no dijo nada, así que añadió-: Podría llevarte un par de croissants de esos que tanto te gustan. -Sabía que recurrir a su pasión por la comida era jugar sucio, pero estaba dispuesto a utilizar todo lo que tuviera a su alcance.
Ella seguía sin decir nada, pero cuando él ya iba a rendirse, respondió a media voz:
-De acuerdo. Hasta mañana. -Y cortó antes de que él pudiera despedirse.
Por la cara de Gonzalo, era evidente que la conversación no había salido como él esperaba, así que John trató de animarlo.
-Mujeres, ¿quién las entiende?
-Yo no -confesó el más veterano de los tres-. Y mi consejo es que no traten de hacerlo, son mucho más listas que nosotros.
-Eso seguro -dijo Gonzalo un poco más relajado-. Lo siento.
-¿El qué? ¿Ser humano? -le preguntó Mac-. Si yo tuviera cincuenta años menos y no hubiera conocido a mi mujer, esa rubia también me haría perder la cabeza.
-El problema es que a mí esto no me había pasado nunca y no sé qué hacer.
-Tranquilo, por el modo en que ella te sonreía el domingo -opinó John-, diría que lo estás haciendo bastante bien.
-Bueno -dijo incómodo-, será mejor que me centre en lo que sí sé hacer, que es aconsejar a empresas. Aún me falta pulir ciertos aspectos y estoy pendiente de recibir más información de un viejo compañero mío, pero por ahora desaconsejaría la fusión.
-¿Puedes hacerlo? -preguntó John.
-Debo hacerlo -contestó él-. Mi trabajo consiste en asegurarme de que la fusión es beneficiosa para ambas partes, y en este caso lo más beneficioso para ustedes es no firmarla. Eso sí, antes de tomar cualquier decisión, preferiría averiguar un par de cosas más y presentar un plan de futuro. -Vio que los Mac Dougall lo miraban interesados-. No quisiera que entraran en esto a ciegas. Si rechazan la oferta de Lab Industry y siguen adelante solos, les espera unos años difíciles. Si se fusionan, no tendrán que preocuparos por nada jamás.
-Suena aburrido, ¿no crees, abuelo? -preguntó John guiñando un ojo.
-Aburridísimo, pero Gonzalo tiene razón, antes de tomar una decisión definitiva deberíamos averiguar más cosas. Aún no logro entender en qué pensaban tus tíos.
-Si les parece bien, podríamos repasar un par de temas más que tengo aquí anotados. -Señaló
su bloc de notas-. Y así, durante la semana que viene puedo ir confeccionando el informe definitivo que le presentaré a Mariano.-Me parece bien -asintió Mac-. Quiero que sepas que te agradezco mucho todo esto, Gonzalo. Es reconfortante ver que aún queda gente con principios.
-Gracias, lo mismo digo.
Y tras esos sinceros elogios los tres se pasaron cuatro horas más repasando los balances de los
últimos años y tratando de averiguar en qué punto las cosas habían dejado de hacerse bien y por qué.Antes de dar por terminada la sesión, llegaron a tres conclusiones: una, si Fénix funcionaba, podían salir adelante; dos, Larry y Tom lo sabían y habían optado por el camino fácil; y tres, ellos no iban a hacerlo.
Tras despedir a John y a Mac, Gonzalo fue a su habitación y, sin encender las luces, se tumbó en
la cama. Estaba cansado, muy cansado, y no podía quitarse de encima la sensación de que esa noche había tomado una decisión muy importante. No era idiota, sabía que a su jefe no le haría ninguna gracia que la fusión no llegara a buen puerto. Su comisión dependía de ello. Pero confiaba en que Mariano pensara como él; que los principios y la integridad de uno estaban por encima del dinero.El problema era que no estaba seguro de que eso fuera así. Sólo tenía que recordar las diferentes conversaciones que había mantenido con él durante aquellas dos semanas para saber que, para Mariano, el dinero y la reputación de su empresa eran lo más importante del mundo.
Trató de imaginarse lo peor que le podría pasar, un ejercicio que le había enseñado su padre, y decidió que, que lo despidieran no sería tan malo.
El trabajo era importante, por supuesto, y su carrera profesional también, pero por suerte, en su vida había muchas más cosas, aunque en esos instantes, con los ojos cerrados, sólo se le venía una a la cabeza: Micaela. Se obligó a incorporarse y se quitó la camisa. Se aseguró de poner el despertador y se acostó pensando en que esa noche no la había besado.
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A fuego lento <<adaptada>>
FanfictionAdaptación de "A fuego lento" de una de mis escritoras favoritas la maravillosa Anna Casanovas. Gonzalo quiere darle un giro radical a su vida y se instala en Nueva York. Micaela siente que es momento de retomar los sueños que sacrificó por converti...