55. Sabbat I

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PRELUDIO A LA BATALLA

Draco.

La semana de plazo que nos dio Tony para el inminente ataque de la horda Sabbat, permitió que pudiésemos ultimar algunos detalles más de la defensa. César terminó de comprobar, con la ayuda de Marco, todas las medidas que había organizado para darles la bienvenida. Lameth se sentó en medio del patio central del colegio y no se movió de allí en tres días seguidos, durante todo ese tiempo que permaneció concentrado y en comunión con el castillo, fue creciendo a su alrededor una muralla de complicado diseño pentagonal. Los muros eran de más de tres metros de grosor para que fuesen resistentes, la pared exterior era totalmente lisa y resbaladiza, la interior tenía un sencillo acceso para los guardias que debían apostarse en ella. El camino formado en lo alto, estaba plagado de pequeños ventanucos en los que podían situarse los francotiradores y arqueros, de ese modo podían disparar a todo el que estuviese en el entorno del castillo.

Las cinco torres que ocupaban los vértices de la nueva muralla, estaban interconectadas con pasarelas interiores cubiertas de pizarra. Desde cada una de ellas se afanaron en practicar los magos ghoules en la puntería con sus hechizos, ya que fue de lo primero que estuvo construido en su totalidad. Los profesores se maravillaron al ver esta proeza nunca vista en su tiempo. Se quedaban absortos mirando cómo iba creciendo piedra a piedra, sin dar crédito a lo que sus ojos veían. Dejaron a un lado toda actitud beligerante con nosotros y comenzaron a pedir que los tuviesen en cuenta para ayudar. Parecía que al fin se estaban dando cuenta de que nuestra principal intención era protegerles a ellos y los alumnos.

El más preocupado, aunque intentaba no dar muestras de ello, era Severus. Mi padrino daba vueltas en torno a la nueva muralla, evaluaba los posibles peligros, las vías por las que pudiesen acceder al castillo, a pesar de nuestros esfuerzos por impedirlo. Incluso se interesó por el entrenamiento de los magos en las torres. No me pareció en nada extraño encontrármelo siempre en la que ocupaba Blaise, guiándole y proponiéndole blancos u opciones diferentes.

- Veo que te interesa la defensa, Severus. – Le dije cuando me acerqué para ver los avances de Blaise.

- Me gustaría mantener mi cabeza unida a mi cuerpo, si es posible. – Refunfuñó. – No me fío de que este jovenzuelo pueda hacer mucho por que eso siga así. – Lanzándole una mirada huraña a Blaise. Mi ghoul hizo caso omiso de sus protestas y continuó con su práctica.

- Escogí a Blaise por muchas razones, una de ellas es su gran apego a la vida. – Apoyándome en una de las almenas. – Aunque reconozco que todavía es joven, no debería estar aquí… - Cruzándome de brazos y mirándolo a los ojos. – No sé si está preparado para la parte más dura de ser mi sirviente… matar. – Blaise intentó seguir concentrado, a pesar de estar escuchando lo que decía. – No es como tú o como yo, Severus, él nunca ha visto los ojos de una persona nublarse en el momento de abrazar la muerte.

- Yo lo he hecho para sobrevivir… no soy como tú. – Me replicó con un tono mordaz y frío. – Tú lo has hecho sólo para…

- Sobrevivir. – Sonriéndome con mis colmillos a la vista. – Aunque de una manera diferente.

- ¡Por favor, señor Zabini, deje de marear el blanco! – Protestó cuando Blaise volvió a fallar a uno de los muñecos que habíamos apostado para sus prácticas. – A lo mejor tiene que volver a plantearse el utilizar la varita para saber a dónde lanza sus encantamientos. – Con un rápido gesto de su varita salió un rayo que impactó en el muñeco y lo partió en dos.

- Siempre me gustó esa maldición tuya, padrino. – Alabándolo así de distintas maneras con un solo comentario. – Me parece fascinante la capacidad destructiva que tiene, así como su simpleza. – Arreglando el muñeco de prácticas con un simple ademán. – Blaise, intenta concentrarte en ese mismo encantamiento y muéstranos que no eres tan patoso como nos das a entender, por favor.

Entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora