12. Indiferencia

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Desperté a Hermione como cada día desde que me quedaba en su habitación, disfrutamos de una maravillosa ducha juntos y bajamos las escaleras para encontrarnos con sus compañeros como todos los días hacíamos. Era domingo y por tanto había muchos que se quedaban haciendo los remolones, sobre todo sus amigos Potter y Weasley. No le extrañó en absoluto el no ver a Ginebra aquella mañana y saludó a Isabel con una flamante sonrisa, disculpándose así por la larga noche de espera que le había hecho pasar.

Por muy observadora que sea no habría podido descubrir el significado de la mirada que me lanzó Isabel nada más verme, me recriminaba la actitud de Lucian… como si yo tuviese algún tipo de control sobre él. Sabía perfectamente dónde estaba mi sire, junto a la pelirroja, en mi antigua habitación. Hermione no podría adivinar nada pues mi labio apenas se torció en un gesto de disgusto.

Cuando llegamos al comedor Isa le dio un abrazo y le dijo que hoy desayunaría conmigo porque quería comentar unas cosas, pero le guiñó un ojo mientras le decía que no la perdería de vista. Hermione suspiró porque como compañeros de mesa sólo tenía a Longbottom y Lavender, además de algunos madrugadores con los que no tenía tampoco mucha relación. Se encogió de hombros y se zafó de mi brazo con gracilidad y una sonrisa de resignación para irse a desayunar.

- Blaise se ha despertado temprano… - comenté sorprendido – ¿Ya estás causando estragos en sus costumbres, Isa?

- Cierra el pico, inglés. – Me dijo con una sonrisa desdeñosa – Sólo es un entretenimiento, al menos yo lo tengo más claro que otros – Dándome un codazo cariñoso en las costillas. – Tienes que hacer algo con Luc.

- ¿Yo y cuantos más? – Suspiré – Es mayorcito y sabes que no soy el más indicado para recriminar sus costumbres.

- No creo que sea recomendable para tu fachada… yo al menos no le he dicho nada al bombón. – Protestó en un tono que no concordaba con la sonrisa encantadora que le dirigió a Blaise mientras nos acercábamos a la mesa. – Se supone que con tantos años ya sabría ser discreto…

- Te recuerdo que hablamos de Luc.

- Vale… Lo sé, el único que puede sacar de sus casillas hasta al mismísimo Saulot… - refiriéndose al primer y único vampiro pacifista de la historia de la estirpe.

- De seguro que sacaba lo poco que le quedase de ira en la sangre sólo por saber si aún le quedaba algo. – Conteniendo la risa y ofreciéndole con educación que se sentase – Buenos días, Blaise.

- Buenos días, Isabel… Draco – Evidentemente él sólo tenía ojos para ella, pero no le culpo, es hermosa, tiene un cuerpo de infarto y su sonrisa es tan enigmática… la única pega que tiene para mí es que es tan mortífera como bella, tan letal como simpática y ni loco me quedaría en una posición vulnerable a su lado. – Dentro de poco tendremos una fiesta, ¿querrías venir como mi acompañante?

- ¿Una fiesta? Será un placer acompañarte, Blaise. – Le dijo con educación y un tono que le hizo creer a pies juntillas que era lo que más deseaba hacer.

- Aún falta un poco pero seguro que te encantará ver el castillo preparado con los adornos de Halloween… ¡Este año tenemos la novedad de disfrazarnos! – Me había olvidado por completo de ese detalle – Creo que tendremos baile y todo… ¿Sabes bailar?

- Blaise… - tomó su mano con cuidado – Por supuesto que sé bailar… la duda me ofende – Haciendo un mohín que rivalizaba con su rostro contraído por la rabia cuando una presa se le resistía. – Draco… ¿vosotros de qué os vais a disfrazar? – Me preguntó para intentar introducirme en la conversación y supongo que para no tener que estar siempre encandilando al pobre chico.

Entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora