En cuanto todos nosotros habíamos salido del Abismo y nos percatamos de que estábamos en la Fortaleza, el ambiente cambió por completo. Era como si todos los vampiros hubiésemos estado conteniendo el aliento por mucho tiempo o en tensión por algo. Estábamos en nuestra casa, nuestro hogar, pronto esa sensación se dejó notar como si una calma recorriese nuestros miembros de arriba abajo.
- ¡Al fin en casa! – Gritó Tony, sobresaltando a todos los humanos. Nos dejó a todos asombrados cuando lo vimos arrodillarse y besar la alfombra que pisábamos. - ¡Hola, preciosa! ¡No sabes lo mucho que te he echado de menos, Fortalecita mía! – Se levantó de un salto, tomó a Julia en brazos. - ¡Adiós! – Salió corriendo por una de las puertas cercanas. Escuchamos las carcajadas de Julia alejándose.
- Siempre ha sido un exagerado… - Bromeó Lucian con una sonrisa. – Pero le comprendo, es el que peor lo ha pasado en ese castillo vuestro. – Explicó a los asombrados magos que se apretujaban asustados mirando a su alrededor.
Hay que añadir un detalle, Lucian y Lara no se habían contentado con llevarnos a los que estábamos en el despacho de Dumbledore a la Fortaleza. Para ser exactos hay que decir que también había traído a los alumnos que, por así decirlo, estaban en nuestro bando. Muy probablemente porque no quería que ellos pagasen injustamente por los crímenes que ellos habían cometido. De la casa Slytherin, estaban Blaise, Daphne, Pansy, Theo, Crabe y Goyle; de la casa Hufflepuff, además de Zach, estaban Susan Bones, Hannah Abbot y el joven Justin. También trajo a los guardias que había llevado al castillo, los que pronto se dirigieron a la salida más cercana para retomar sus puestos.
- ¡Bienvenidos todos a mi humilde morada! – Alzando los brazos en un gesto universal de bienvenida.
- Aunque de humilde no tiene nada, claro. – Le corrigió César entrando en la sala. - ¡Ave, jóvenes magos! – Miró a Lara. – He llamado a tus sobrinas en cuanto aparecisteis, Marcia ya está en camino, Cat y Dierdre se retrasarán un poco y Felicia tiene que esperar a que sus padres le firmen un permiso para ausentarse de la escuela. – Luego se dirigió a Hermione y a mí. – Me agradaría poder ver vuestros rostros cuando comprobéis el estado de vuestra sección, he seguido las instrucciones al pie de la letra en la decoración de la sala de recibo, el resto… - se sonrió – Supongo que de eso ya te encargarás tú. – Guiñándome un ojo.
Mi sire me había concedido una sección de la Fortaleza para convertirla en mi hogar, Hermione y yo habíamos tenido varias conversaciones acerca de cómo decorarla. Reconozco que las únicas instrucciones que había transmitido a los secretarios de mi sire eran las relacionadas con la sala de recibo, la zona a la que tendrían acceso el resto de los vampiros sin violar la sagrada ley del refugio. Aunque sabía que Lameth y Calebros muchas veces habían traspasado las puertas de los demás para poder hacer modificaciones que eran necesarias, eran un poco los arquitectos y los encargados de mantenimiento, los especialistas en hacer que todo encajase a la perfección en aquel inmenso complejo que mi sire llamaba cariñosamente su “humilde morada”.
- Mañana podemos dedicarnos a explorar buena parte del castillo, si lo deseáis. Ahora me imagino que estaréis un poco cansados y querréis recuperaros del viaje por el Abismo. – Propuso Lara, ya metida en su papel de anfitriona. – Algunos de vosotros estáis bajo la protección de determinados vampiros, por eso ellos serán los que os alojen en sus edificios, el resto seréis mis invitados personales. – Se dirigió a Theo y Pansy con una sonrisa. – Tendréis que disculpar a Tony y Jules, me temo que no sabremos de ellos hasta mañana, probablemente recuerden que tienen la obligación de ser vuestros anfitriones.

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Entre las sombras
RomanceDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.