La casa está esperando para llenarse de gente. Los cuartos listos para ser ocupados, la cocina perfectamente aprovisionada para la cantidad de bocas que habrá de alimentar este año. De todos modos nos paseamos Lara y yo para que todo esté perfecto antes de su llegada. No podemos permitir que quede algún detalle pendiente.
Cuando les ofrecí pasar las vacaciones de Navidad con nosotros pensaba que a Draco le haría bien celebrar su primer año como vampiro en toda regla, al pobre lo habíamos torturado durante veinte años con celebraciones apuradas y a veces a destiempo. La mala costumbre de no medir el tiempo de Tony, a pesar de ser un verdadero cronómetro y calendario andante, pero para él no es más que un día, no celebra nada, como buen druida que es. Sólo Julia recuerda vagamente el significado de algunas fechas. Lameth y Ennoia ya son un caso aparte, un atlante y una mujer milenaria, imposible que esos dos recordasen algo con relación al solsticio de invierno que pudiesen querer celebrar. Y nosotros dos, si no están nuestras sobrinas para recordárnoslo somos dos perfectos desastres.
Tantas veces había visto el rostro de Draco iluminarse cuando nos dábamos cuenta de que era finales de diciembre y nos poníamos a preparar el árbol. Era como un niño pequeño disfrutando de las navidades por primera vez. Sobre todo el primer año. Tan solo y tan perdido. Cada día era como volver a vivir para él. A todos nos sobrecogía verle moverse con torpeza cuando no se daba cuenta de que lo hacía demasiado rápido, la frustración cuando cogía algo y se hacía pedazos en sus manos por no controlar su fuerza. Durante días sin término se quedó fuera de la casa, no quería entrar por mucho que intentábamos convencerlo. Para nosotros no son importantes los objetos o los elementos materiales, no apreciamos en absoluto ninguna de las cosas que para él eran signos de riqueza y posición. Nos sonreímos al recordar la primera noche buena, celebrada a mediados de enero, cuando sin querer dejó caer los platos de Limoges. Él los apreciaba, eran sus favoritos. Hizo falta toda la paciencia y dulzura de Lara para que volviese a entrar en la casa, a mí no me habría hecho caso, le recuerdo demasiado a su padre. Sin embargo, Lara, a pesar de que sabe perfectamente que es una parte de mí, la ve como a su madre, dulce y cariñosa.
Sus cosas aún están en su dormitorio, ella se ocupa de dejarlo preparado para que todo esté como a él le gusta, yo me centro en los cuartos de nuestros nuevos huéspedes. Me lamento de que la casa no sea más grande, no les va a quedar más remedio que compartirlos. Me sonrío al recordar las discusiones que he visto en ese heterogéneo grupo de muchachitos. Cada uno se odia o se ama de una manera diferente y compleja, al menos sé que dos de ellos estarán bien custodiados. El dulce Zabini no se separará de Isabel, eso lo tengo claro. La belleza de esa mujer es totalmente absorbente. Unas curvas esculpidas por el mismo Miguel Angel en una piedra sin mácula de color oliva, sus ojos penetrantes y misteriosos, su cabello largo y sedoso. Compadezco al pobre muchacho por haber caído en sus artes de odalisca. La encantadora Ginebra, tan enigmática y avasalladora como aquella que le dio nombre, con un cuerpo que se estremece con la más leve caricia y que me atrae de un modo totalmente delicioso. Una mirada tan seductora, siempre adornada de pecas diminutas que me enloquecen.
Llaman a la puerta. Seguramente los primeros invitados ya están esperando a que les abra. Bajo con rapidez y abro la puerta. En el umbral están Lameth y Ennoia. Los más dispares de todos nosotros y sin embargo se llevan perfectamente juntos. Quizás es la edad, compartir tantos milenios debe de hacerte olvidar algunas rencillas. La primera en entrar es ella. Su metro sesenta de estatura no desmerece su belleza, la piel totalmente perfecta que le confiere su edad deslumbra con el sol de la mañana, su cabello castaño enmarca sus ojos azules con encanto. Me saluda y va directamente a revisar su dormitorio, en el sótano. Lameth entra tras ella, cargado de paquetes que casi ensombrecen sus dos metros largos de estatura. Nosotros somos los únicos que vemos sus tatuajes, le cubren todo el cuerpo y la mayoría reaccionamos muy mal ante ellos la primera vez, son tatuajes de hechicero, la mayoría son los que le han conferido la posibilidad de ser el primero en superar la sed. Le ayudo con tanto paquete y nos reímos. Ella odia ir de compras y siempre le pide a él que vaya. Es divertido ver a esos dos intentar hacer algo con la tecnología del siglo veintiuno. Eran quizás los que menos se sorprendían con las reacciones de Draco ante esa misma tecnología.
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Entre las sombras
RomanceDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.