Cuando escasamente faltaba una hora para amanecer, todo el horror por el que habíamos pasado aquella noche, terminó. Ante mí veía los cuerpos carbonizados de decenas de vampiros, así como los miembros seccionados de otros muchos más. La sangre anegaba los campos, pues había manado de arterias seccionadas y venas desgarradas, se mezclaba con el resbaladizo barrizal en que se había convertido aquella sección del campo de batalla. Por unos instantes sólo pude escuchar el crepitar de un fuego cercano, el suave murmullo del agua resbalando por las piedras del muro y los casi silenciosos pasos del ser que se me acercaba por la espalda.
Podría haberlo considerado como un enemigo, pero mi instinto me aseguró de lo contrario. Me giré para poder encontrarme frente a frente con dos grandes ojos de pupilas verticales sobre unas fauces que parecían sonreírse con ironía del escenario en el que nos encontrábamos. Ennoia, en su forma de batalla, me observaba con curiosidad, movió la cabeza con gestos rápidos y extraños, propios de aquel aspecto de reptil que tenía. Fue entonces cuando se me ocurrió revisar el estado en el que me encontraba y me sorprendí.
Mi ropa presentaba diversos cortes y desgarrones, allí donde habían logrado alcanzarme con sus armas, pero mi piel no había sido mancillada. La sorpresa radicaba precisamente en el resplandor que emanaba de mí, un brillo cegador que me dejó maravillado. Examiné mis manos con detenimiento, era como si estuviese manteniéndole la mirada al sol de lo potente que era aquella luz. Tan absorto estaba que no me percaté del momento en que Ennoia recuperó su aspecto humano, sólo cuando me tomó de la barbilla para dirigir mi mirada a la suya, ahora más normal.
- Lo has hecho muy bien, Draco. – Me sonrió. – Ahora tienes que dejar este aspecto… - Entrelazó sus dedos con los míos. - ¿Crees que podrás hacerlo?
- Yo… - Balbuceé. – No sé ni cómo lo he hecho, En…
- No te preocupes, yo puedo guiarte, es sencillo. – Aseguró con tono tranquilo. – Cierra los ojos y concéntrate en la noche, en el manto del cielo libre de estrellas, simplemente un sudario oscuro… ahora mira dentro de ti, en la penumbra que siempre te acompaña como Lasombra que eres.
Hice lo que me indicaba y lentamente sentí cómo crecía la oscuridad desde mi interior y el calor me abandonaba. Llegó un instante en que supe exactamente por qué dijo que era sencillo, sólo tenía que relajarme y recordar quién soy y lo que soy. El instinto había sido el que había desatado aquella fuerza que desconocía, el ansia por proteger a mi amada, lo que también me ayudaba ahora para hacer que aquella luz fuese mermando hasta desaparecer por completo.
- Gracias, En… - Suspiré cuando abrí los ojos nuevamente y vi que había vuelto a la normalidad.
- No son necesarias, Draco. – Palmeando mi hombro. – Es lo que tiene el Protean… es absolutamente instintivo, la antítesis a la Obtenebración que es tan racional y precisa.
- Supongo que al final de la noche… - recorriendo vagamente con la mirada nuestro alrededor, la evidencia de mi declaración. - … la racionalidad tuvo poco que ver.
- Es lo que tiene el Sabbat. – Encogiéndose de hombros sin darle importancia. – Son peores que bestias. – Dijo con desprecio. – Durante milenios he caminado por entre humanos y animales, pero nuestra especie es la peor lacra que jamás he conocido. Las filas del Sabbat se nutren de aquellos que dan la espalda a toda racionalidad, los que priman los instintos de depredadores que acompañan a la Bestia, los que aborrecen a la especie humana por ser tan débiles, olvidándose de que una vez fueron igual que ellos… o incluso odiándolos porque son un recordatorio de su propia debilidad. – Dándole un puntapié a uno de los restos carbonizados que había cerca. – Pero no es el momento de ponernos a filosofar, querido. – Suspiró. – Lucian y Lameth deben de estar encargándose de los heridos, al igual que el resto… deberíamos unirnos a ellos y ayudarles. – Caminando hacia su sección. – Vine a buscarte porque necesito que me eches una mano para ir al otro lado del muro, no puedo cargar con George bajo tierra, por muy rápida que fuese en sacarlo, teniendo en cuenta sus heridas, moriría por la asfixia.
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Entre las sombras
RomantizmDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.