Tomé su mano más para darle fuerza que como simbolismo de nuestra unión, a medida que bajábamos las escaleras de la torre fui dándome cuenta de la complejidad de pasillos y escaleras alternativas que encerraba en sí misma y que como lobo no pude apreciar. La escalera por la que bajábamos estaba interconectada con otras tantas en distintos puntos, desde las de la derecha bajaban chicas y desde la izquierda bajaban chicos… Aunque, sin importar el sexo, todas las miradas estaban clavadas en nosotros. Sobre todo en mí.
Escuché los comentarios bisbiseados a los oídos. “¿Qué hace Malfoy en la Torre?” “¿Por qué lo lleva Hermione de la mano?” “¿Se habrá colado y lo va a delatar a McGonagall?” Hermione se paró en un descansillo y me miró sonriente, aprovechó que había bajado un escalón más que ella para mirarme directamente a los ojos sin tener que alzar la cabeza… me guiñó un ojo y le respondí con una sonrisa a su vez. Ella también estaba escuchando todas las elucubraciones que sus compañeros de casa estaban haciendo, no me importaba aclarar unos cuantos y acallar algunas voces al mismo tiempo que alzábamos otras.
Abracé su cintura y la atraje hacia mí, pronto sus brazos estuvieron en mi cuello, sus dedos hundidos en mi cabello y mi mano en su nuca… El beso que nos dimos fue infinitamente delicioso, no sólo era para ellos, no sólo estaba destinado a dejarlos estupefactos sino que al mismo tiempo era un premio y una palmadita en la espalda para nosotros… Estábamos haciéndolo perfectamente, no nos importaba realmente lo que todos los Gryffindor pensasen sino que, muy al contrario, lo único que nos interesaba éramos nosotros mismos. Su lengua jugaba con la mía, acariciaba mis dientes, mas en esta ocasión evitó mis colmillos… chica lista.
- ¿Estáis seguros de que no queréis volver a la habitación? – Dijo una voz incómoda tras nosotros, era Ginebra.
No dijimos nada, sólo nos reímos ligeramente. La solté y continuamos bajando las escaleras. Ahora los comentarios de los que nos rodeaban eran meramente onomatopéyicos y no despertaban en absoluto mi interés. Cuando parecía que nunca llegaríamos a la sala común ésta apareció justo al final de las escaleras. Todos los que estaban allí enmudecieron al verme aparecer de la mano de Hermione, pero como ahora teníamos espacio suficiente la solté para asirla de la cintura en un gesto totalmente posesivo que ella recibió con una sonrisa encantadora.
- Buenas noches, creo que ya es hora de ir a cenar… - Saludó ella - ¿Cómo es que no bajáis al comedor?
No dijo nada más y atravesamos el cuadro, incluso la Señora Gorda exclamó al verme salir con ella. Las exclamaciones continuaron por el resto de los pasillos a medida que los alumnos iban reuniéndose para ir a cenar. Algunos incluso tropezaron con las columnas o las armaduras al quedarse mirándonos completamente anonadados. En el vestíbulo nos encontramos con mis compañeros de casa, hasta el momento no nos habíamos encontrado con ningún Slytherin y reconozco que tenía curiosidad por saber cómo se lo tomarían al vernos. No muy bien como pude comprobar.
Sus miradas eran de completa estupefacción. Blaise y Pansy fueron los primeros en quedarse boquiabiertos, creo que no pensaron jamás que iba en serio con lo que les había dicho la noche anterior. Crabe y Goyle no dijeron nada y simplemente siguieron su rutina habitual en busca de comida. Todos los demás me miraron como si fuese un traidor a la sangre, me hizo gracia. Una vez dentro del comedor vi a Dumbledore sentado en su sitio en el centro de la mesa de profesores, lo saludé con una sonrisa antes de despedirme de Hermione con otro beso prolongado para consternación de muchos.
- ¿Qué demonios ha sido eso Malfoy? – Preguntó Nott iracundo.
- Se le llama beso, Nott… - respondí relamiéndome y saboreando aún los labios de Hermione mientras me sentaba a la mesa.
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Entre las sombras
Lãng mạnDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.