14. Halloween

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Halloween. Esta noche es la gran fiesta. Supongo que al final no será tan malo el pasearme con mis colmillos por el castillo, de todos modos nadie puede llegar a creerse que son de verdad, salvo Hermione, Blaise y Ginebra, principalmente porque ellos tres están en estos momentos acostándose con un vampiro, los mismos que serán sus parejas en el famoso baile.

Por la mañana temprano Hermione se despertó sin necesidad de que la ayudase, de inmediato me echó de la habitación para arreglarse. Me encontré en el rellano con Isabel, mirándola totalmente atónito. Ella se encogió de hombros y entró en el cuarto, cerrándome la puerta en las narices. Mujeres. Aunque vivan durante siglos siguen volviéndose locas en cuanto hace falta que se arreglen un poco.

De camino a la sala común pude observar que el caos se había apoderado de la casa de Gryffindor, decenas de chicas corrían por las escaleras para ocupar los baños, los chicos se mantenían al margen todo lo que podían, igual que yo. Sin embargo, Ginebra saltó sobre mi cuello, asiéndome por la solapa de mi chaqueta y gritándome como si fuese una Banshee.

- ¿Dónde está Lucian? – Sus ojos realmente eran los de una loca, no sabía si era el síndrome de abstinencia o que se había pasado con la cafeína.

- ¿Perdón? – Soltando sus manos y bajándola al suelo con cuidado - ¿Esperas que yo lo sepa por alguna razón en especial?

- Bueno… él es tu… eso, ¿no? – Al menos no lo decía en voz alta.

- Sí, pero no me dice dónde está. ¿Puedo preguntarte para qué lo quieres ahora? – Intentando buscar trazas de exceso de cualquier sustancia o poción en su sangre por mi olfato, no se detectaba nada – Si necesitas que te, bueno… si es muy urgente, puedo complacerte.

- ¿Pero sólo puedes pensar en eso? – Chilló aún más furiosa – Sólo necesito mi disfraz. – Claro. Ahora caigo, él le dijo que se encargaba de todo. - ¿Cómo quiere que me arregle si no tengo mi disfraz y no tengo ni idea de qué voy a disfrazarme?

- Cálmate. – Le repliqué serio. – Iré a buscarlo, ¿vale? – Lo que sea con tal de que deje de chillar.

- ¿De verdad? – Lanzándose de nuevo a mis brazos – Eres un cielo, perdona por pensar que eras un pervertido…

- Te recuerdo que Lucian es el pervertido, yo sólo pensé que necesitabas un mordisco – Sonreí y besé su cuello cariñosamente, sin ningún tipo de deseo – Aún por encima que me ofrezco a calmar tu ansiedad.

- No, gracias. Me quedo con Isa o con Luc. – Besando mi mejilla – No es por nada, pero no quiero que Herms se cabree conmigo… no sabes cómo es cuando se pone furiosa. – Poniendo los ojos en blanco.

- Puedo hacerme una idea. – Sonreí, muchas veces se olvidaban de que, antes de que estuviésemos juntos, esa furia iba siempre dirigida a mí… una furia preciosa.

- Bueno, pues vete y busca mi disfraz… ¡Vamos! ¿A qué esperas? – Me urgió.

- ¡Pero… si quedan horas para la fiesta! – Protesté.

- ¿Tú te crees que puedo estar lista con tan poco margen de tiempo? – Me miró de nuevo con su aspecto de Banshee. – Por si no te has dado cuenta, en esta torre no hay un baño por persona, los compartimos… es imposible que todas estemos listas si tenemos que esperar nuestro turno.

- Puedes usar mi antiguo cuarto en Slytherin, si ese es todo el problema. – Le ofrecí.

- A ti lo de estar con Hermione te afecta al cerebro, ¿verdad? ¿Me acabas de decir, a mí, que me meta en ese nido de víboras sin llevar un escuadrón de guardaespaldas? Isa sobrevive porque está con Zabini, seguro que incluso ellas podrían acabar con… bueno, ella.

Entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora