Nos despertamos ya bien entrada la mañana, Hermione parecía aún un poco cansada de todo el ajetreo del día anterior. Pero desapareció en cuanto tomó una buena taza de café cargado en la pequeña salita que teníamos en nuestra suite. Desde allí podíamos ver los jardines más grandes que se extendían en un lateral de la muralla, la ampliación que no contemplaba el palacete.
- Esos son los mismos jardines que se ven en la cámara de los secretos, después de la renovación, ¿no? – Preguntó dándole un sorbo a su segunda taza.
- Los mismos exactamente. – Comenté mientras revisaba la sección económica del Profeta que Dobby había dejado con el desayuno. – Creo que ya escuchaste cómo algunos admiraban la maestría de los Assamitas y los romanos para encargarse de todo lo que tenga plantas. La extensión que hay entre el edificio principal y el palacete es obra de Calebros y Tony, por eso de incluir un jardín Zen. El jardín interior es cosa de César, Lameth y Ennoia. Los que estás mirando ahora son, ante todo, obra de Haquim e Isabel, con una ayudita de Calebros y César. – Dándole un sorbo a una copa de sangre. - ¿Quieres que vayamos a verlos antes de empezar a quedar boquiabierta con la arquitectura de la ciudadela? – Le sonreí.
- No estaría mal… - Señaló el Profeta. - ¿Planificando tus próximos negocios, querido?
- Pues sí, es lo malo de tener que dirigir a mi nuevo “asistente”. – Reconocí.
- Al final te has salido con la tuya en todo lo que te propusiste. – Comentó en tono sombrío. – Vas a convertir en ghoules a tus amigos, tenemos un elfo doméstico y planeas utilizar a tu padre para que te allane el camino en tus negocios del mundo mágico.
- Hermione, te guste o no, es mi obligación hacer todos esos planes. Soy un vampiro, un Lasombra y, además, un Slytherin. ¿Acaso creías que no iba a organizarlo todo de manera que terminasen saliendo las cosas como así lo deseaba? – Sonriéndome maliciosamente. – Además, mientras no te hagas a la idea de que la maquinación es una parte de nuestra naturaleza, lo vas a llevar un poco difícil para convivir con tanto vampiro. – Dejando el Profeta en la mesa y levantándome. – Voy a arreglarme, te sugiero que hagas lo mismo. – Besando sus labios con deseo contenido. – Hoy quiero que te relajes y dejes de pensar en todo esto, ¿de acuerdo?
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Cuando llegamos a la planta baja, nos estaban esperando Dominique y Ginebra, ésta última lucía una amplia sonrisa.
- ¡Buenos días, Herms! – Saludó la pelirroja con entusiasmo. – Vamos a organizar una fiesta en la piscina. Ese conjuntito no está mal, pero creo que deberías buscar otra cosa más apropiada. – Tomándola del brazo y obligándola a subir las escaleras otra vez. – Con tanta escalerita se te van a poner unos glúteos de envidia… seguro que Draco no ha puesto un ascensor para obligarte a hacer ejercicio.
-¡Oye! – Oí protestar a Hermione.
- Ya lo sé, ya lo sé… que el rubito ya se encarga de que hagas otros ejercicios aeróbicos que también ayudan a mantener la línea. Pero reconoce que subir escaleras sigue siendo un poco arcaico. – Siguió la pelirroja.
- ¿Ginebra Weasley, vas a dejar de meterte conmigo y mi figura o…? – Empezó a amenazarla Hermione, enfadada.
- No me meto contigo, me meto con tu culo… ¡A ver si logramos encontrar un bikini que lo disimule un poco! – Siguió martirizándola la ghoul.
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Entre las sombras
RomanceDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.