- ¡Draco, estás sangrando! – La voz preocupada de Pansy me sacó del ensimismamiento en que me había sumido.
- ¿Sangrando? Creo que no. – Miré mi ropa, estaba empapada de la sangre del Slatza, puede que por eso se asustase. – No es mía. – La miré intentando sonreír.
- Tiene razón, inglés. – Isabel apareció, llevaba a Blaise en brazos. – Estás sangrando por los oídos. ¿Demasiada presión? – Preguntó burlona.
- Quizás… - Llevé una mano a mi oído derecho y vi en mis dedos la prueba, cuando la probé supe que era mía. - ¡Maldición!
- ¡Puaj! – Protestó Pansy. - ¿Por qué has hecho eso?
- Déjalo, Pansy, está demasiado embotado como para pensar en otro método. – La regañó Isabel. – Ya te ocuparás después, ahora trae de vuelta a Hermione. – Su tono de voz no daba opción a demoras de ningún tipo.
- Aunque no lo parezca… estoy en ello.
No tenía suficiente fuerza como para entrar en el Abismo y sacarla por mí mismo, tendría que abrir una puerta y dejar que los demonios la trajesen a este plano, pero para ello tenía que crear un ambiente apropiado en torno a nosotros. De nuevo hice que las lámparas a nuestro alrededor se apagasen, aumenté la oscuridad ligeramente y pronto escuché las zarpas de un demonio contra el cemento. Abrí los ojos y vi aparecer a Hermione tras él, sonreí ante la curiosa imagen de un demonio del Abismo escoltándola con reverencial cuidado. Pero no comprendí la presencia del primero, que me miraba furioso. Se acercó con decisión a mí, me propinó un golpe en la nuca antes de volverse con indignación e internarse en las sombras nuevamente.
- ¡Pero qué diablos…! – No pude terminar la frase, Hermione pasó de largo frente a mí, dirigiéndome tan solo una mirada de furia contenida.
- Hashashiyyin. – Sonriéndole a la Assamita. – Dale una paliza, por favor.
- Será un verdadero placer, Fida’i. – Posó a Blaise en el suelo y desenvainó la cimitarra. – Lo siento, inglés, la brujita manda. – Guiñándome un ojo antes de saltar contra mí.
- ¿Estás de broma? – La esquivé a duras penas. - ¡Esa espada está envenenada, Hermione! – Protesté mientras evitaba de nuevo la hoja.
- Lo sé. – Hermione se limitaba a hacer levitar el cuerpo inconsciente de Blaise hacia uno de los carruajes.
- ¡No puedes desear realmente que ella me dé una paliza, Hermione! – Tropezando y cayendo al suelo, rodé con rapidez antes de que Isabel hundiese la espada en mi cuerpo. - ¡Sólo quería que estuvieses a salvo! – Levantándome con esfuerzo y saltando para esquivar a Isabel, he de agradecerle que no estaba poniendo todo su empeño en ello. - ¡Maldita sea, dile que pare! – Me estaba quedando sin andén y no quería tener que esquivarla en las vías, no estaba en condiciones para ello.
- Está siendo un aburrido, no se defiende. – Protestó Isabel, con otro guiño, al parecer intentaba echarme un cable y todo. - ¿Y si lo dejamos para otro día en el que merezca la pena?
- Supongo que puedo torturarle con la incertidumbre de no saber cuándo volverás a atacarle… - Hermione se encogió de hombros. – Vale, Isa, puedes dejarlo cuando te apetezca. – Concedió al fin. – Te libras sólo porque no puedo darte la paliza personalmente. – Mirándome furiosa mientras se alejaba el carruaje.
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Entre las sombras
RomanceDraco sufre un grave accidente y su única manera de salvarse es convertirse en un vampiro, de todos modos desea regresar a Hogwarts y terminar su último curso... pero lo va a tener muy difícil.