| 027 | Nick Robinson

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— ¿Y de qué color te gustan los tigres? — pregunto al pequeño niño que tengo a mi lado, ambos sentados en el piso acolchonado de la gran habitación mientras llenamos de color algunas páginas de un libro infantil para colorear.

— ¡Morados! — exclama emocionado, río ante su expresión y al verlo tomar entusiasmadamente el crayón morado.

— ¿Seguro? No hay tigres morados en la naturaleza.— él me mira pensativo unos segundos pero después asiente energéticamente.— Está bien, todo tuyo.

Dejo que siga poniendo color al pequeño tigre y lo acompañó coloreando mi libro también, únicamente iba a verlo colorear pero él fue al estante de cuadernillos para colorear por uno de Disney solo para mí.

— ¿Qué coloreas? — me pregunta sin apartar la vista de su tigre morado con líneas y manchas azules.

— Un muy colorido Peter Pan.— él sonríe y deja de pintar solo para darle un vistazo a mi hoja.

— Peter Pan no es naranja.— se queja mientras ríe, incluso niega un poco.

— Perdóname, no hay color parecido a la piel entre los crayones.— él vuelve a reír y entonces vemos a Vera entrar a la sala.

— Ashes, tengo que irme ¿Segura que puedes quedarte?

— Claro, odiaría tener que dejar a Alex esperando solo.— él baja la mirada y sé que se siente mal de ser el último niño en ser recogido del jardín de niños.

— Gracias Ashes, te debo una.— la profesora titular sale y yo chequeo la hora de mi celular, 3:10. Soy practicante en el Jardín de Niños y brindo mi apoyo en varias ocasiones, y aunque no tengo ningún problema en quedarme con Alex, sus padres son muy poco atentos al permitir que se les pase la hora de salida por más de media hora.

— ¿Tus padres avisaron que iban a llegar tarde, Alex? — él pequeño encoge sus hombros y sigue coloreando.

Cuando termina su dibujo ya hemos recogido todos los crayones y cuadernos y los hemos colocado en su lugar, yo estoy sentada en la banca que hay fuera del jardín de niños justo a lado de una zona con juegos para que los niños se entretengan, justo donde ahora está Alex.

Trato de recordarme que únicamente soy una practicante. Y que insultar padres de familia de diversas formas no va a ayudar a mi futuro educativo en nada. Pero ya casi se cumple una hora y nada.

Al cabo de unos segundos el peculiar y ruidoso sonido de una motocicleta hace presencia en la tranquila zona. La motocicleta se detiene enfrente del jardín de niños y de ella baja un sujeto con chaqueta y casco, se remueve el casco y lo deja en la motocicleta después de apagarla. Cuando veo que se dirige a la escuela me levanto de la banca y me acerco.

Lo observo tratar de ver entre las ventanas, quizá buscando alguien adentro, lo oigo soltar una maldicion y sacar su teléfono de la chaqueta.

— ¿Puedo ayudarte? — pregunto a sus espaldas, él se gira y me sorprende lo joven que luce.

— ¿Trabajas aquí? — señala detrás de él y vuelve a guardar el teléfono.

— ¿Hay algo que necesites en particular? — se que no debo ser prejuiciosa pero su entrada no me dio particular confianza.

— Si, busco a un pequeño, Alex Robinson, es urgente.— contesta y su voz tiene un tono desesperado.

— Espera un segundo, ¿tienes idea de a qué hora es la salida? — mis brazos se han cruzado sobre mi pecho y esa no es buena señal, suelo ponerme testaruda y charlatana cuando lo hago.

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