| 122 | Taron Egerton

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— Basta.— sonrío en sus labios pero él no escucha y aún con sus manos en mi cintura sigue depositando pequeños besos en mis labios.

— Mm, no.— mis dedos pasan por los mechones cobrizos de su cabello y él niega sin alejarse de mi.

— Llegaremos tarde.— mis manos bajan a su pecho en un intento por detenerlo.

— No lo haremos.— siento sus besos en mi cuello.

— ¿Puedes imaginarte que mis padres sepan que hacíamos esto minutos antes de la primera vez que los verías formalmente? — su rostro se eleva y yo suelto una carcajada.— ¿Podemos vestirnos ahora?

— Está bien, solo por que has logrado poner esa imagen en mi cabeza y has arruinado el ambiente por completo.— suelto otra risa solo para después depositar un beso en su mejilla.

Taron sonríe y se levanta de la cama. Una mueca tonta y risueña se aloja en mi rostro y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Él se gira levemente y detiene su acción de colocarse sus pantalones de mezclilla justo cuando me ha atrapado mirándolo.

— Creí que teníamos prisa.— sonríe ladeadamente hacia mi.

— La tenemos.— me levanto rápidamente de la cama y me dirijo hacia el armario.

— Te daré un millón de dolores si usas eso todos los días.— lo escucho decir y suelto una pequeña risa. Mi vestimenta en estos momentos consiste únicamente en ropa interior y la camisa de Taron que solía ser de sus favoritas y ahora me permite usar para estar cómoda en casa.

— ¿Incluso cuando vaya de compras? — veo su ceño fruncirse levemente.— ¿Y a alguna fiesta con mis amigas, o cuando te acompañe a una de tus elegantes alfombras rojas?

Él da largas zancadas y me toma de la cintura para elevarme fácilmente y dejarme caer nuevamente en la cama.

— Oh, por los infiernos, no.— su rostro se esconde en mi cuello y deja lentos y húmedos besos en este.— Solo en casa. Pero tendrás que usarlo siempre que esté aquí.

— Suena como un trato para mi, señor Egerton.— lo escucho reír solo para que después yo pueda alejarlo de mi cuerpo y al fin convencerlo de que vestirnos es nuestra prioridad ahora.

Una vez que ambos nos encontramos en condiciones más presentables, salimos de casa con rumbo a la de mis padres.

Llevo poco más de un año de relación con Taron y a mis padres les preocupa que quizá estemos llendo muy rápido. A mi madre casi le da un ataque cuando se enteró de que había estado quedándome en la casa de él en una ocasión que ella me llamó, no es que vivamos juntos, cosa que realmente nunca hemos hablado, pero es como si lo hiciéramos. Tengo miles de mis cosas en su casa así como él tiene otras mil suyas en mi pequeño departamento. A mí padre no parece convencerle mucho el hecho de que él sea un reconocido actor. Lo pone nervioso y lo hace crear extrañas historias sobre Taron.

Que hablara con ellos recordándoles que soy una persona adulta y responsable no parece funcionar, y justamente que ellos jamás hayan sido formalmente presentados añade tensión. Pero Taron había estado muy ocupado viajando, y puede que haya sido bastante mi culpa, ya que yo conozco a los padres de Taron y los constantes comentarios de mis padres son los que habían provocado en gran parte también que propagara este encuentro.

Un suspiro no puede evitar escaparse de mis labios cuando Taron detiene el auto en frente de la que era mi casa cuando era niña. Él observa cuidadosamente mi expresión y toma lentamente mi mano.

— Todo está bien, Anya. No te preocupes.— deja un beso en mi mano enlazada a la suya y no aparta sus labios por varios segundos.

Sonrío lentamente hacia él mientras suelta mi mano, bajamos del auto y golpeo la puerta suavemente, probablemente ni siquiera se haya escuchado. Taron suelta una risa antes de que él golpee la puerta con sus nudillos. No pasa ni un minuto cuando la puerta ya ha sido abierta y muestra a mi madre que me rodea rápidamente con sus brazos.

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