| 098 | Dane Dehaan

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— Buenos días.— siento un beso en mi cuello y me estremezco mientras me remuevo en la cama y hago varios sonidos.

— Basta, Dan.— lo oigo reír pero aun así siento su respiración en mi cuello mientras deja varios besos.

— ¿Por qué? — siento sus manos en mi cintura mientras sube sus besos a mis labios. Mis manos llegan a su cabello y no puedo evitar pasar mis dedos por toda su cabellera. Sus besos me estremecen tanto que comienzo a gemir levemente.— Esos sonidos no parecen de protesta.

Él continúa repartiendo una serie de besos por todo mi cuello, labios, hombros e incluso mejillas. Pero repentinamente se separa y se incorpora levemente.

— ¿Qué? — murmuro confundida cuando lo veo levantarse.

— Tienes razón, es tarde y hay que despertar a Louis y a Carrie.— tiene una sonrisa burlona en el rostro, lo que me señala que ha hecho todo este numerito a propósito. Así que tomo mi almohada y la arrojo hacia su dirección.

— Eres un idiota.— él suelta una risa y atrapa la almohada con facilidad. Regresa a la cama y se agacha levemente.

— No te preocupes, mi amor. Cualquier cosa que deseabas que pasara puede ocurrir repetidamente en cuanto los niños se hayan ido.— voy a darle un golpe en el brazo pero él sostiene mi mano y me jala hacia el provocando que nuestros labios se encuentren. Coloca una de sus manos a un costado de mi rostro y profundiza el beso.

— Es tarde, Dehaan.— murmuro en sus labios y la sonrisa que planta en sus labios esta tentándome a volver a enredarme en sus brazos. Por lo que me levanto de la cama y me coloco mi bata encima. Dan vuelve a recostarse en la cama y trata de enredar sus brazos en mi cintura cuando paso a su lado.

— Podríamos quedarnos sólo unos minutos más, Effy.

— Tenias razón en que los niños deben despertarse ya. Si no, no les dará tiempo de desayunar.

— Esta bien, está bien. Todo sea por mis pequeños monstruos.— sonrío enternecida por unos segundos y me dirijo a la puerta.— Entrare a bañarme mientras los despiertas.

Asiento y salgo de nuestra habitación y me dirijo a la de mis gemelos. Amaba el hecho de que ambos quisieran compartir la habitación justo después de haberla convertido en una increíble fortaleza.

Cuando entro a la habitación, ambos ya están levantados y golpeándose el uno al otro con sus almohadas mientras ríen y corren. Cuando notan mi presencia corren hacia mí y cada uno trata de aferrarse a uno de mis brazos.

— ¡Mamá, Lou me ha golpeado en el ojo. Eso estaba prohibido!

— De eso se trataba el juego, no es mi culpa que tu golpees como niña.

— Es por qué soy una niña. ¿Cuál es tú excusa? — Lou la mira ofendido y trata de lanzarse sobre ella, por suerte lo tomo justo a tiempo para hacerlo retroceder.

— Basta, necesito que se vistan.

— Mamá.— se queja Carrie.

— Cuando haces eso no parece que tengas 10 años, pareces un bebé.

— Tu eres un bebé.— Carrie empuja a su gemelo y este está feliz de que su hermana esté dispuesta a pelear nuevamente.

— ¿Acaso hable en otro idioma? — ambos niegan con sus cabezas.— ¿Entonces por qué no están vistiéndose?

— Ya vamos, mamá.— murmuran ambos y cada uno se dirige a su respectivo armario. Sonrío hacia ellos y me adentro para dejar un beso en las cabelleras de ambos.

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