| 130 | Rami Malek

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— Muchas gracias.— me sonríe y mis piernas tiemblan suavemente.

Lo único que puedo alcanzar a hacer es a sonreír tímidamente de vuelta. Su cabello oscuro luce mejor el día de hoy, despeinado y brillante.

Lo observo salir con la bolsa de la librería en la mano. Suspiro y por un momento me molesta el parecer una pequeña niña soñadora.

Mi teléfono me hace bajar la vista hacia el mostrador donde está. Una foto de Katherine con orejas de Minnie junto a Ben que tiene orejas de Mickey mientras el gran castillo de Disney se expone atrás, brilla en la pantalla de mi celular.

— Díselo a tu madre.— oigo la voz de Ben antes de siquiera poder saludar.

— Lo haré.— oigo la voz de K al fondo. Finalmente mi hija se pone al teléfono.

— Mamá, Ben no quiere dejarme ir a la pijamada de Linda.

— ¡Soy tu padre! — oigo a Ben gritar. Era una costumbre que Katherine había optado desde que conoció a Ben. Después de hacerlo no había tardado mucho en acostumbrarse a decirle papá. Pero en todas aquellas ocasiones que se molestaba con él sabía lo mucho que a él le molestaba ser llamado Ben en lugar de papá.

— ¡Mamá! Dile que conocemos a Linda y a su familia. Dile que fueron a mi fiesta de cumpleaños.

— Pon a tu papá en el teléfono, cariño.— oigo a K extenderle el teléfono.— Conozco a su mamá, no te preocupes.

— ¿Consideras que sea seguro dejarla toda la noche fuera?

— Es una pijamada, y acaba de cumplir trece, Ben.

— No lo sé, Mack.— escucho a Katherine suplicándole mientras vuelve a decirle papá.

— Vamos, Ben. Es buena niña.— K sabe que no puedo hacer mucho si su papá ya ha decidido algo, en especial si son los días de Ben. Katherine esta conmigo lunes, martes, miércoles y Ben pasa por ella el jueves al anochecer, solo para después regresarla el domingo por la noche.

— No me siento muy seguro dejando...

— ¡Vamos, papá! — grita Katherine nuevamente.

— ¡Bien, bien! — oigo a Ben gritar y yo no puedo evitar soltar una risa ante su pelea.

— ¿Todo bien? — pregunto tratando de controlar mis múltiples risas.

— Si, le dije que la llamaré cada hora y qué no puede no contestar.

— Dios, he oído de padres neuróticos pero tú eres un concepto totalmente diferente.— río mientras coloco el alta voz y me dedico a juntar varios libros entre mis manos y acomodarlos en los estantes cercanos.

Hace unos tres años la dueña de la librería me permitió comprarla a un accesible precio debido a que quería hacer un viaje por el mundo, ahora era mía y era de las mejores cosas que podía haberme pasado.

— No te burles de mi, Mack. Solo me preocupo.— oigo el sonido de una puerta ser cerrada desde el otro lado de la llamada y supongo que Ben acaba de regresar de recoger a K de sus clases de gimnasia, por lo que ya habían bajado del auto y llegado a su departamento.

— Demasiado, diría yo.— sonrío mientras vuelvo al mostrador y me quedo mirando la última nota de cobro que realice. Paso mis dedos por toda mi caligrafía y por el nombre colocado.

Rami.

— ¿Estas ahí? — escucho la voz de Ben llamarme.

— Si, si. Lo siento.

| one shoots |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora