Capítulo 36

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Todos nos habíamos puesto de acuerdo en salir, no era una buena idea quedarnos en mi casa como unos parásitos comiendo mientras veíamos Disney.

Bueno, quizás para mi sí lo era.

Lo más cercano que nos quedaba era la colonia tovar, siempre había querido ir a la colonia tovar y presentía que jamás llegaría gracias a que algo o alguien con mucho poder en mi me lo impediría.

Como mi mamá.

Estaba viendo televisión en la sala porque estaba arrecha con Harry desde el desayuno. El muy estúpido me había mojado la arepa con malta, se empezó a reír y terminó haciendo un desastre en la mesa. De paso, que quedé sin desayuno porque no había más masa y tuve que limpiar el chiquero o mi mamá me jodía.

No le había dirigido la palabra desde que hizo eso y él tampoco buscaba disculparse así que por mi estaba bien.

Que ladilla las series de Disney, antes valían la pena, lo más interesante que estaban dando era Heidy y ya yo me había calado todas las películas de Heidy como para ver esa serie. 

Igual la vi, tampoco me iba a poner a ver Cake Boss para que me diera hambre.

Me había ladillado de Heidy y decidí cambiarla, pero no estaba el control donde yo lo había dejado. Me levanté del mueble y empecé a tirar todos los cojines, no estaba, iba a entrar al cuarto para ver si por casualidad estaba allí, porque a mi se me olvidaban las vainas.

Al voltear estaba Harry recostado de la pared con el control en la mano y sonriendo.

No me controlé y le revire los ojos.

Dame el control —dije.

¿Debería si tú has estado molesta conmigo desde la mañana?

—Si yo fuera tú, lo haría.

Pero no lo eres —rió. Me iba a dar un ataque de arrechera que quería era llorar, marica es que nadie me entendía. Niall andaba en su mundo, Hanna andaba en el mundo de Niall, mi mami no me quería y yo estaba arrecha con Harry.

Lo único que yo quería hacer era comerme mi arepa con diablito.

Dame el maldito control.

—¡Cuida tu vocabulario! —rió. Me acerqué a él y traté de quitarle el control pero él lo alzó y no lo pude alcanzar. Le di un golpe en el pecho.

Harry, si vas a empezar a hacerte el irónico puedes pensarlo mejor porque ese juego lo pueden jugar dos y adivina quién es mejor.

—Está bien. ¿Qué quieres de mí?

—El control —salté para alcanzarlo, pero él lo volvió a alzar. Suspiré.

Entonces, si tú quieres algo de mi yo tengo que recibir algo de ti, ¿no crees?

—No.

—Dame un abrazo.

—No.

—¿Un beso?

—¡Mucho menos! —le di una patada y él me montó en su hombro—. Sueltame o te arrepentirás.

—Mides un metro y medio, no podrás hacerme daño.

—Yo no mido un metro y medio, estúpido —le di un golpe en la espalda.

Contrólate, eso duele —se quejó y antes de que pudiera soltarme abrieron la puerta de la casa.

Yo me veía muerta y a todos en ésta casa muertos. Pero era mi mamá. Harry me bajó y yo le pisé el pié.

Valentina »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora