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Venezuela; II parte.

Al fin ya había llegado al estadio, jamás había estado tan feliz al ver a la gente que trabajaba en el backstage.

Yo no sé de dónde salió María lo ladilla.

Cuando llegué no me dejó dormir hasta luego de una hora cuando mi abuela la amenazó con pegarle con la escoba, luego cuando me desperté no estaba y (después comerme la parte del quesillo que le tocaba a ella) luego de unas horas llegó con su poco de amigas ladillosas y obsesionadas con los chicos.

El problema no es que estén "obsesionadas" el problema es que son unas pervertidas mentales, robaron mi teléfono para decirle a Niall que querían bañarse con él. 

VOY A TERMINAR SIN AMIGOS OYERON.

Suspiré al estar al frente de la puerta del backstage y la abrí, el silencio nunca es normal. Entré y sólo vi a Ed acostado jugando con el Wii.

Otra bajada de tensión.

—Heey —sonrió y pausó el juego.

Hola vale —me senté a su lado—. Mi estómago explota cada vez que te veo —dije y luego me metí una cachetada mental. Yo siempre la cago.

—Wow —soltó una carcajada—, ¿gracias? —arrugó su nariz, tan tierno—. Ya que estamos aquí, ¿quieres hacer lgo?

—Me puedes atropellar con una bicicleta tres veces y te lo agradecería.

Reí y él también lo hizo.

Lo decía en serio.

Basta con eso —rió y chocó su hombro con el mío—. Es hora de compartir tus sentimientos con Ed —sonrió.

He esperado éste momento por toda mi maldita vida —suspiré y me acomodé en el mueble—... es un buen momento para hablar de tu música, Dios, te juro que si llegas a parar de hacerla me voy a quedar calva y deprimida por diez años.

—Aún no está en mis planes —guiñó su ojo.

Espero que jamás esté en tus planes.

—Ahora, ¿qué quieres saber?

—Aún no supero ni Kiss me y ya estás pensando en el otro álbum.

—Pero..

Le haces bien a mi alma.

—Te hablaré sobre esa canción... pues verás, estaba de viaje, pensando en mis amores frustrados de mi adolescencia cuando se me vino la letra a la cabeza y empecé a escribir, luego dentro de unas horas ya tenía la letra y los sonidos se asemejan a los que escuchaba en el bus y... —abrieron la puerta.

Oye Val, ¿podemos hablar?

—Oye Val, ¿podemos hablar?

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Valentina »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora