Capítulo 38

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Al levantarme me sentía extraña, Hanna no tenía fiebre, Niall se había levantado, hacía calor y ya no estaba lloviendo. Pero realmente me levanté por el olor a quemado que provenía de la cocina.

Mierda.

Marica, yo no había comprado ese departamento para que Niall me lo quemara. Me senté en el taburete, Niall estaba de espaldas echándole agua a una olla y a una jarra, la olla estaba quemada y la jarra tenía jugo de naranja. En el mesón estaba una bolsa de subway y otra de starbucks.

-Hola. Buenos días -me saludó y sonrió cuando notó mi presencia.

-¿Qué hiciste? -él suspiró.

-Hoy me levanté temprano y quise darte las gracias por lo que hiciste por mí ayer con un desayuno, pero la tortilla se me quemó y quise hacer un jugo pero quedó muy concentrado y alguien no tiene azúcar en su casa -cierto-. La única solución fué comprar el desayuno -abrió las bolsas y me dió el café con el sándwich.

A veces lo quiero mucho.

-Gracias... -le pegué un mordisco al pan-. Respecto a lo de anoche. Te la debía, por cierto eres muy tierno cuando lloras, pero no lo hagas más.

Él frunció el ceño.

-Claro... tierno -giró los ojos-. Ahora tengo que irme.

-Vaya con Dios, se te quiere.

-Te quiero, nos vemos -sonrió antes de cerrar la puerta.

Tenía que admitir que el pan estaba rico y Niall se pasó gastando su dinero en mi. No quería decir friendship goals pero friendship goals.

Entré al cuarto a buscar mi teléfono y al salir estaba entrando Harry con una sonrisa.

Las puertas del hotel Valentina volvieron a abir. Donde la privacidad no se respeta y la comida se desaparece.

Bueno, eso no rima.

-Hol...-no terminé de hablar porque él ya me estaba abrazando. Casi se me caia el pan que mi pana Niall me había brindado.

-¿Cómo estás? -preguntó y se sentó en el mueble con Gato en sus piernas mientras yo iba a buscar el café para sentarme a su lado.

-Bien -dejé el café en la mesita al frente del mueble y me senté en el otro extremo del mueble estirando mis piernas-. ¿Y tú?

-Sentado -rió. Ya estaba acostumbrada a sus chistes malos-. ¿Ya comió? -señaló a Gato.

-No aún -mordí el pan. Él me estaba asesinando con la mirada-. Bueno, perdón.

-Son las diez de la mañana, Valentina. ¡Diez de la mañana! -se levantó dejando a Gato en el suelo para servirle comida

-Él es el glotón. Yo le dejé comida en la noche luego de que comiera.

-Espero que no llores cuando se muera.

-Él no se va a morir, yo lo cuido bien.

Harry pegó una carcajada.

-Lo que digas -se sentó de nuevo a mi lado y agarró mi café y le dió un sorbo-. Entonces... ¿me acompañarás a la fiesta? -sonrió mientras ladeaba la cabeza. De pana, lucía muy tierno y sería inhumano de mi parte decirle que no.

Valentina »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora