Capítulo 43

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Ya nos íbamos de vuelta a Londres y mi maleta no quería cerrar, espléndido. Lo peor de todo es que no compré nADA estando en Roma. No tenía derecho de no cerrar.

Tenía una sola cosa que decir.

Maldito Maduro.

Mira Harry, ¿qué piensas si yo...? —se escuchó un grito más arrecho de los que Louis pegaba cuando yo lo ladillaba.

Él salió del baño corriendo y se puso detrás de mí.

HAY UNA MALDITA ARAÑA EN EL BAÑO, ¿QUÉ CLASE DE SERVICIO ES ÉSTE? ¡ME QUIEREN MATAR, VALENTINA! ¡YO NO PUEDO MORIR!

—Juro por Dios que escuché como mi tímpano se rompió —me toque el oído.

Suspiré, entré al baño y empecé a buscar a la mardita que hizo gritar a Harry como carajito.

La araña estaba que casi se ahogaba en la ducha, yo no sé si estaba viva o muerta, pero por si a caso la pisé, para sentirme victoriosa por primera vez en la vida.

Ya la maté.

—Suena como si fueras una asesina —rió—. Gracias amiga —me dió una palmada en la espalda y luego me sacó del baño.

Terminé de arreglar la maleta, la ropa que no entraba la metí en mi bolso de mano. Vieron que la pienso aunque no lo crean.

Elisa me estaba llamando desde bien temprano, ella cree que uno no duerme o qué. Ella es media bipolar saben, un día me quiere y el otro me quiere, pero matar.

—Chamaa.

—Te extraño —dijo. Fuertes declaraciones—. No tengo a nadie aquí a parte de Liam. Y él siempre anda ocupado, ahorita se fue para Los Ángeles.

—Te compadezco.

—... aunque mañana tengo que ir a Los Ángeles, pero seran dos días porque después me iré a Milán. No eres la única que va a Italia, mamita.

—Que vida de modelo la tuya, literal.

—Es un récord haber pasado tanto tiempo en Londres.

—Viste que justamente te vas cuando yo llego a Londres, brutal.

—Coño verdad, que suerte.

—Ujum, ¿cómo está mi hijo y probablemente el único hijo que tenga?

—¿Le hablas a Harry o me estás hablando a mi? —bufé.

—Gato. ¿Cómo esta Gato? —ella rió.

—No sé, no he ido a visitar a la casa de Iris. He estado en la casa con Liam.

—Si a Gato le llega a faltar algo, o está enfermo. Eres las responsable.

—¡Esta con tu mamá!

—¡A mi mamá no le gustan los perros!

Iba a llorar chama, mi pobre Gato sufriendo las consecuencias de la distancia por culpa de alguien que odia a los perros.

Terminé de hablar con Elisa y Harry salió del baño.

¿Apareció la araña? —le pregunté mientras bajaba la maleta de la cama.

¿Me oíste gritar? —negué—. Hiciste bien tu trabajo como asesina.

—Uhm... ¿gracias?

Valentina »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora