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Dos meses después

Mira, Henri Estilista, tú y yo necesitamos hablar —dije cerrando la puerta del apartamento, dejé el bolso con el poco de cosas de la cámara en el piso y seguí hacia la cocina. Estaba en su casa ya que el edificio en el que vivo había sido fumigado porque de alguna manera u otra se metieron un poco de cucarachas, y aunque ya lo hayan fumigado, el olor queda y soy cagada.

Hola, cariño. Yo también estoy muy emocionado y feliz de verte —me acercó a él y me dio un beso en la frente—. ¿Cómo te fue?

—Bien —le sonreí y agarré un sobre para hacer té. La vaina se pega—. Hacia más frío de lo que imaginaba.

Esos cinco grados no jugaban metricas.

—Te lo dije, por eso no salí —se sentó en la encimera.

Había gastado plata que jode para esas fotos. Quedaron bellas, por cierto —prendí la cocina para hervir el agua.

¿No te has dado cuenta de algo extraño y extra? —Gato bajó las escaleras y se acercó a mi.

¿Bañaste a Gato?

—Ese perro me odia cuando lo baño. No.

Me acerqué a él, agarré su cara entre mis manos y empecé a verlo detalladamente.

Tienes un nuevo lunar en el cuello.

—¡Claro que no!

—Tu cabello huele diferente.

Valentina, espero que no hayas consumido drogas mientras hacías esas fotografías —dijo y me apartó.

—Eres gafo... Aja, sobre lo que te iba a decir —apagué la cocina, servi el agua en una taza y coloqué el sobre de té dentro. Volteé hacia él y estaba frunciendo el ceño—. Sobre todos esos rumores que andan circulando por allí... quiero que me lo digas tú a la cara.

No estoy saliendo ni coqueteando con Camille, lo sabes —seguía frunciendo el ceño pero no alzaba la voz, creo que eso lo aprendió desde el último show que me hizo.

Si me molestara la presencia de Camille, te lo hubiera dicho —pegué mis labios de la taza para beber y cuando el liquido tocó mis labios, me alejé y él rió—. Me encanta, es linda y simpatica, más simpática que yo y me atrevería a decir que más chévere. Y eso que soy chévere, échale bolas.

No vuelvas a insultar a Valentina Sofía Martines de esa manera nunca más —rió y yo sonreí. Naguara, dime mi nombre completo, cédula y el lugar en el que nací más la dirección de mi casa al oído—. No sé si te lo dices frecuentemente pero eres preciosa.

Mientras tanto yo...

Mientras tanto yo

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Valentina »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora