→ Especial II: Luna de miel 2/5

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Maldito oxigenado.

¡Mi cadera! ¡mi espalda! ¡mi cuerpo!

Me dolía absolutamente todo mi lindo cuerpecito.

Lo habíamos hecho como cuatro veces seguidas.

Sabía que a Mika le encantaba hacerme suyo, pero no creía que lo necesitase con tanta desesperación.

Aunque me dolía hasta el alma; odiaba ser tan sincero pero yo sabía perfectamente que mi Yuucueva quería que la Mikaconda la visitase.

¡Ya ni siquiera sabía porqué me refería a mi ano y a su pene de esta manera tan vergonzosa!

En ese instante íbamos camino a la piscina, nadaríamos un rato y luego iríamos a almorzar.

Mika y yo caminábamos uno al lado del otro con nuestras toallas en las manos; sentí un empujón proveniente de mi lado.

¡Aaaaaa! —chillé mientras iba cayendo.

El sonido del agua salpicando mi cuerpo llenó mis oídos; cerré mis ojos mientras intentaba salir de la piscina lo más rápido que pude para poder respirar.

¡Mikaela del demonio!grité empezando a toser, escupiendo agua.

El rubio sólo reía a carcajadas mirando mi reacción; me colgué de la orilla respirando agitado.

¡Tú...!traté de reclamar, pero antes de terminar mi frase de reproche, Mika se lanzó al agua también.

Lo perdí de vista durante unos segundos, y cuando pude quitar el agua de mi cara, sentí que algo me jalaba hacia abajo del agua; abrí mis ojos con dificultad y miré a mi esposo que me tenía agarrado de la cintura, sonriendo.

Mi rubio me dio un beso delicado y me dejó subir a la superficie para respirar; luego de unos segundos él también lo hizo.

¿Te he dicho lo mucho que te amo?preguntó coqueto a la par que enredaba sus brazos en mi cadera.

Muchas veces —renegué serio, quitando sus manos de mi cuerpo—. Pareces disco rayado.

Se suponía que me dijeras algo así como: "la misma cantidad de veces que yo te lo he dicho" o yo que se quejó.

Le mostré la lengua en un infantil gesto y él infló las mejillas haciendo un tierno puchero.

Me volteé para abrazarlo, pero alguien captó mi mirada, haciéndome estallar en risotadas que no podía controlar.

¿De qué te ríes? —inquirió mi ojizafiro girando en la misma dirección que yo; él se carcajeó junto a mí en cuanto supo de qué me reía.

Había un sujeto usando una tanga brasilera para hombre; la tela elástica sólo le cubría su anaconda y dejaba a la vista todo su trasero: "la tanga de elefante", así le decía yo.

Pero lo más gracioso de todo era que el hombre que estaba usando aquel singular traje de baño era mi médico, Narumi-san.

En cuanto el castaño nos vio riéndonos, salió disparado lejos de nosotros con su cara roja de la vergüenza; ni siquiera pude saludarlo pues la risa no me dejaba hacerlo.

Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora