Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|

→ LIV: Tortura

Yo quería ver muerto a Ferid, apreté mis puños con enojo mientras fruncía mi ceño, sin embargo, mucho antes de que yo me pusiese de pie, Gyurei habló llamando mi atención y la de mi esposo.

—Yuu-san, Tepes-san, yo me encargaré de este hombre —avisó guardando su teléfono en su bolsillo—. Permiso.

El adolescente caminó hasta Ferid y le dio un par de golpes, sumándole una patada en sus partes nobles, lo que me hacía pensar que realmente mi pequeño bebé había estado en buenas manos, claro, al menos hasta que...

—¡Dale, mocoso! —el grito de Mika me sacó de mi trance; lo miré confundido.

—¡Mikaela! —reprendí.

—A mí no me importa si lo mata, es divertido verlo sufrir —explicó; suspiré, ¿desde cuando él era tan sanguinario?

Aunque se lo mereciera, no podía imaginar a Gyurei asesinando al tío de mi rubio; aún tenía los ojos levemente hinchados, y no era que haya parado de llorar.

El sentimiento de dolor y vacío estaba hundido en mi pecho; yo sólo quería pensar que era una broma, que mi pequeño no estaba muerto y que yo podría ser abuela algún día.

Pero la realidad era otra: así como una patada en los testículos: dolorosa y sorpresiva.

No me fijé mucho, cuando regresé de mi ensoñación, Gyurei y algunos sujetos habían subido a Ferid a una camioneta negra y se lo habían llevado; ni siquiera logré preguntar a dónde o porqué, tan sólo se fue y ya.

—Dejemoslo por ahora, tenemos que preocuparnos por mi mocoso, digo, nuestro bebé —me dijo Mika.

—Yuu-sama, me llevaré a Michi-sama, sino usted y Mikaela-sama morirán deshidratados —Haruka prácticamente arrebató el cuerpo de mi hijo de mis brazos—. Por ahora intenten calmarse, les enviaré un poco de té a su habitación —avisó yéndose.

[…]

—Supongo que quiero quedarme a ver el espectáculo —murmuró Gyurei apoyándose en una pared cercana.

—Será un espectáculo muy colorido, así que ten cuidado de no ensuciarte —avisó un sujeto que estaba de pie frente a Ferid; portaba un delantal negro y un par de guantes de goma.

—Para ser un niño tienes bastante fuerza —escupió con sarcasmo el peliplatinado, tratando de parecer sereno en aquella situación confusa.

—Veremos si te sigues riendo luego de todo lo que Aki hará —le sonrió el ojizafiro sin moverse de su lugar.

Atado a una silla, amarrado de pies y manos, totalmente inmovilizado para ser torturado se hallaba Ferid; Gyurei tan sólo observaba cómo el hombre que había contratado se preparaba para realizar su labor mientras el pelilargo meditaba una y otra vez todo lo sucedido.

¿Por qué había hecho tanto para hacer infeliz a su sobrino? Ni él lo sabí, tal vez sólo quería que su sobrino que más amaba lo quisiese también.

Pero, ¿quién en su sano juicio secuestraba al hijo de un sobrino para llamar la atención de este último?  Exacto: nadie.

Sólo Ferid podía ser tan estúpido.