Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|

→ XV: Pastel

—Entonces, ¿ya todo está arreglado? —preguntó mi padre a sus socios.

—Sí —dijeron al unísono Krul y Kureto con un suspiro cansado.

—Entonces me voy, nos vemos —se despidió el de cejas pobladas—. Shiho —llamó al poste, el cual, hablaba con Yoichi—, ¿vienes?

—Me quedaré un rato más con Yoichi —respondió Pinky pie; Kureto sonrió levemente.

Después de que él se fuera, las criadas les mostraron la habitación de huéspedes a la madre y el tío/tía de Mika.

Caminé hasta la cocina y vi a mi novio ahí, recostando su espalda en el buró; me acerque a él, parecía triste.

—¿Pasa algo? —pregunté cuando estuve frente suyo; él dio un pequeño brinco.

—No, solo pensaba —me respondió sonriendo.

—Hm... —gruñí sin creerle del todo; suspiré, quería alejar esos pensamientos feos de él—. Tengo una idea.

—¿Ah, si? —rió burlesco; inflé las mejillas en un puchero—. Está bien, dime.

—Hagamos un pastel —me miró confundido; reí—. Vamos, tú me ayudaras.

Mi mayordomo me dedicó una sonrisa dulce, y yo lo jalé hacia mí para hacer que me abrazara. Tras un corto momento, lo solté y empecé a sacar los ingredientes de la nevera.

Iba a comenzar a untarle mantequilla al molde cuando oí la voz preocupada de mi novio:

—¡Espera, Yuu-chan! —me detuve en seco; lo miré—. ¿Te lavaste las manos?

Lo olvidé; Mika suspiró como ha sabiendo la respiesta, yo inflé mis mejillas y fui a enjugar mis manos mientras mi rubio preparaba la mezcla del pastel.

Luego de eso, hice lo que iba a hacer:; untar mantequilla al molde metálico para poner el pastel al horno.

—Bueno, pongamos esta mezcla en el molde —dijo Mika, llamando mi atención.

—Está bien —me acerqué a mi novio con el molde en las manos.

Despacio y tras poner el molde en el buró, él fue vertiendo la masa, algo oscura a mi parecer, para luego ponerla dentro del horno, que con anterioridad, había estado calentándose.

Cuando ya cerré la puerta del horno, mi rubio me abrazó por la espalda, llevando sus manos a mi cadera.

—Hueles muy bien —hundió su nariz en mi cuello; me sonrojé.

—I-Idiota —contesté apartando su rostro de mi cuello.

—Te amo, Yuu-chan —me sonrió con cariño.

—Es la décima vez que me lo dices hoy —reí, sólo había inventado ese número, aunque estaba seguro que la cantidad se aproximaba o incluso, la pasaba—, ¿qué tienes?

—Nada, es sólo que tengo un novio al que amo demasiado.