Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|

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Estaba un poco —muy— nervioso.

Esa empresa era algo extraña, por lo que no sabía a que tipo de familia me habían enviado para tener la entrevista de trabajo.

—¡Siguiente! —oí gritar a un hombre desde en otro lado de la habitación; suspiré nervioso—. ¿Acaso no hay ni uno bueno? —gruñó el sujeto—. Yuu, ayudame a decidir.

—El que sea —espetó una voz más joven.

Caminé por en medio de todos los mayordomos que habían sido rechazados y que estaban sentados con caras de desespero; abrí la enorme puerta con cuidado y pasé.

—Con permiso —expresé mientras entraba y cerraba detrás de mí.

—Mikaela Tepes, ¿correcto? —cuestionó el jefe de la familia; miré disimuladamente a los otros dos que estaban sentados en la mesa: el otro "jefe" de la familia, un albino, y su hijo.

Yo ya había sido informado de quienes eran ellos, sus nombres y sus apariencias físicas; observé con especial atención al más joven: era bastante tierno, y sus ojos eran preciosos, de mi color favorito.

—Sí, Ichinose-sama, Hiragi-sama, Yuuichirou-sama —hice una reverencia, volviendo a concentrarme en el azabache mayor.

—Llámanos por nuestros nombres —gruñó el ojiamatista.

—Sí, Guren-sama, Shinya-sama, Yuuichirou-sama —contesté haciendo otra reverencia como disculpa.

—Está bien, Mikaela —miró una de sus hojas—. ¿Tienes experiencia cuidando embarazados?

—¡Oye! ¡aún no estoy embarazado, idiota! —espetó el chico de ojos verdes como esmeraldas.

Suspuse que él era un doncel, y logré entender un poco mejor toda la situación.

—¡¿A quién llamas idiota?! ¡mocoso del diablo! —le gritó de vuelta su padre al joven doncel.

Observé sus reacciones mientras escuchaba sus gritos y me cuestionaba mentalmente sobre su extraña relación padre e hijo.

—¡A ti que me engendraste! —vociferó el menor.

Eso ya era demasiado; empezaba a odiar aquella empresa por enviarme a ese lugar.

—Ya basta —los calló Shinya-sama con una sonrisa molesta mientras lo jalaba para que volvieran a sentarse; ellos dos obedecieron sin rechistar—. Mikaela-kun, me agradas, te contrataremos.

—Muchas gracias, Shinya-sama —murmuré confundido; mirando al albino con una ceja arqueada.

—Él es a quien cuidarás —espetó Guren-sama—. Yuu, presentate —le pidió al azabache más bajo, dándole un golpe en la cabeza.