Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|

→ Especial VIII: 2/2

Hi! :3

Para la segunda parte del especial, prometí lemon MikaYuu, así que aquí vamos uwu

Disfruten :3

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Mika era un madito odioso del demonio; no quería decirme porqué nunca cambió su teléfono para que Ferid no lo localizara y yo estaba ahí, tratando de que hablara, pero por más que trataba, no lo lograba.

—Anda, ya dime y te dejo en paz —rogué por vigésima séptima vez.

—Sí he cambiado de teléfono —dijo suspirando—; pero él siempre lograba contactarme, sólo perdía dinero y tiempo al comprar otro teléfono, así que me quedé con ese y ya. 

— ¿Tan difícil era decirme? —rodé los ojos; el asintió—. Eres un idiota.

—Pero soy tuyo.

Luego de discutir en la cocina, salimos a la sala de la casa y nos pusimos a contar versos y poemas; no había mucho que hacer en la tarde, así que estábamos descansando.

Casi todas las criadas habían dicho al menos un verso, y como si el "arte" llamara a Mika, él se levantó y se paró en medio del salón mirándome fijamente con una cara coqueta.

—Las rosas son rojas, el viento las mueve, yo seré seis... y tú nueve —elogió con una voz seductora.

—¡M-Mikaela! —reclamé poniéndome rojo de golpe.

Él regresó a su lugar a mi lado y yo le di un codazo; la verdad, era una tarde amena, yo no era un experto en el tema de los poemas y versos, pero habían algunos muy bellos que las chicas decían, y a veces le sumaban algún piropo, por lo que entre ellas mismas se silbaban y codeaban para molestarse.

Era divertido ver como ellas tenían ese lazo de amistad tan profundo; a veces me sentía un poco celoso de ellas, es decir, yo jamás pude ir a una escuela, y aún así tengo muchos conocimientos, sin embargo, yo no tenía amigos.

Ni uno solo, a excepción de las chicas, y eso, porque ellas eran las criadas de la casa; aveces me sentía solo en el aspecto de la amistad, aunque luego recordaba que tenía a Mika y se me pasaba.

Tras algunas horas de estar sentado escuchando poesías y esas cosas, simplemente me aburrí, así que Mika me invitó a caminar para tomar aire fresco; obviamente no me negué, me gustaba salir con él.

Él y yo caminábamos uno junto al otro, no es que no me gustase que él tomara mi mano, sino que cuando lo hacía, yo me sonrojaba demasiado y no quería tener andar por la cuidad pareciendo un tomate.

—Oye, tú —un tipo que iba pasando junto a nosotros llamó mi atención; lo miré sin expresión—. Tú con tantas curvas y yo sin frenos, precioso.

—¿Eh? —me sonrojé un poco al procesar aquello.

—¡Bastardo! —gruñó Mika; el tipo ya iba corriendo cuando mi novio dijo aquello.

¿Me habían acabado de lanzar un piropo? ¿a mí?

Supuse que sí, la cara de Mika que decía: "acércate y te asesino" me lo confirmaba sin necesidad de decir algo más.