→ LVII: Final

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Bebé, te ves hermoso... —mi mamá entró en la habitación con una gran sonrisa—. Eres una novia preciosa.

¡¿N-Novia?!reclamé sonrojándome; él rió y acarició mi mejilla dulcemente

Te amo, Michime dijo.

Yo también, mamá.

Después de casarme me iba a vivir con Gyu, así que me iba a separar de mis papás y abuelos.

Tenía un enorme revoltijo de emociones que se desataban dentro de mí; estaba muy feliz, era el día de mi boda y todo estaba bien, pero la nostalgia me embriagaba al recordar que dejaría mi casa.

Ambos fuimos hasta el auto y emprendimos la marcha hacia la iglesia; cuando mi papá vio el coche, pegó tremendo grito:

¡Ya viene la novia!vociferó.

Habían pasado cinco años rápidamente; desde que Gyu me propuso matrimonio en la preparatoria, todo se consolidó aún más fuertemente entre nosotros.

Como pareja, tuvimos muchos momentos buenos y malos; y gracias a nuestro amor, pudimos superar tantos problemas que pudimos tener.

Bajé de la limusina; mi papá me recibió con una cálida sonrisa y me ofreció su brazo para ayudarme a bajar.

Mi mamá corrió hacia las puertas de la iglesia, dio aviso de que yo ya habia llegado y cuando la melodía nupcial empezó, mi mamá abrió las enormes puertas para darnos paso a mi papá y a mí.

Los invitados murmuraban entre sí mientras yo caminaba con los nervios a flor de piel y la cara más roja que un maldito tomate; fijé mi vista en Gyu para tratar de calmarme, pero eso me hizo poner aún más nervioso.

Él se veía perfecto; llevaba un traje negro y su cabello bien peinado, se veía sexy y muy masculino.

Aún puedes arrepentirte —susurró mi papá a mi lado.

No lo haré, papáreí en un susurro también.

Podemos correrinformó.

No quiero —le sonreí.

¿Seguro?

Segurosuspiré.

Al estar ya cerca del estrado, mi papá me entregó a Gyu, y antes de irse a sentar, susurró:

Cuidalo, idiota —gruñó—. Porque sino te la corto, Gyurei.

Reprimí una carcajada al ver la cara que puso mi prometido; y pude haberme burlado, pero antes de hacerlo, Gyu me agarró de la cintura y me dio un suave beso.

¡Aún no puedes besar a la novia!rió mi mamá.

El sacerdote dio inicio a la ceremonia y todos guardaron silencio; realmente yo sólo podía fijarme en los bellos y profundos ojos de mi prometido.

Aquellos zafiros me hacían recordar muchas cosas que pasamos juntos y  que logramos superar.

Gyurei Aikawa, ¿prometes amar y respetar a Michirou Tepes, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?preguntó el sacerdote.

Mi mayordomo [MikaYuu] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora