1. Año y medio más tarde

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Un años y medio después

Barcelona

Delante de nosotros uno de los equipos más fuertes de la liga a nivel europeo y porque no, también compuestos con chicos que están reconocidos a nivel mundial, no pude evitar hacer algunas comparaciones con mis antiguos compañeros en Japón.

Aguantábamos a duras penas, pero nosotros también somos buenos y solo perdíamos de un punto a falta de cuatro segundos para el final.

- ¡Vamos Axel! – me grito Carlos tras sacar de fondo.

Carlos era uno de mis nuevos compañeros en el equipo de Barcelona, y cuando me paso el balón nos miramos fijamente durante un segundo.

Asentí con la cabeza y entendí por completo aquello que quería decirme, ganar el partido.

El equipo contrario nos presionaba toda la pista y fue difícil sacar un segundo de libertad para poder hacer un pase, Carlos me pasó el balón en el momento justo y a la velocidad idónea, de forma que parecía que durante unos microsegundos se sostuvo en el aire.

Carlos cruzo el campo corriendo a toda velocidad, o más bien volando de lo rápido que corría.

Esta jugada se la vi hacer a varias veces a Kuroko y Aomine en Teiko, y era la primera vez que Carlos y yo lo intentábamos, pero era la única forma de tumbar la defensa de nuestros adversarios en cuatro segundos.

Y en honor a uno de mis amigos en Japón, flexione las rodillas, torcí mi cintura y eche para atrás mi brazo, cuando el balón estaba a punto de pasar ante mi utilice toda la fuerza de la rotación de mi cuerpo y la fuerza muscular de mi brazo para darle al balón con la palma de la mano.

- ¡Pase de ignición! - grite motivado por lo que estaba haciendo.

El balón cruzo toda la pista en línea recta hacia el tablero, incluso a mí me sorprendió la fuerza con el que salió disparado.

Entonces en ese momento, antes de que llegara a tocar el tablero, Carlos voló y se hizo con el balón en el aire para hacer canasta.

Sonó la bocina y el partido acabo.

- ¡CAMPEONES! – escuche gritaba todo mi banquillo

El ruido que se montó en el pabellón fue atronador ante la canasta que acabamos de hacer, se notaba que en este país se vivía el baloncesto a otro nivel y de otra manera, pero... sentimientos contradictorios me invadieron y me hicieron sentir extraño, una sombra me cubrió en ese momento, una sombra demasiado larga que me perseguía del otro lado del mundo, "monstruo" me susurro mi propia mente, que me hizo sentir un escalofrió.

Pero nadie a mi espalda me llamo de esa manera, Carlos vino corriendo junto al resto de mi equipo y nos abrazamos todos para comenzar a dar saltos de alegría, aquí nadie me llamaría de esa manera.

Aquí solo soy un chico que juega al baloncesto.

Todos mis nuevos amigos sonreían, todos lo estábamos celebrando juntos, porque pese a que algunos de nosotros jugaban menos, ellos también eran piezas importantes en el equipo.

Carlos y yo nos separamos por un momento de los demás y me puso su frente contra la mía.

- Gracias – le dije

- No seas capullo, soy yo quien ha de darte las gracias por sacarte ese pase de la manga – me respondió mi amigo

Carlos me miraba con esos enormes ojos azules y penetrantes, llenos de vida y con las pupilas dilatadas.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora