10.3 El entrenamiento

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Preparatoria Karasuno

Hitoka

Aún era de noche, hacía mucho frío y se notaba que el invierno se acercaba y con él la nieve típica de nuestra región, pero lo que más me molestaba en este momento no era el frío, sino  el viento que prácticamente me golpeaba las mejillas y mis labios, y aunque intentaba cubrirme con la bufanda de la lana azul esta de poco me servía.

-        ¿Quién me mando a hacerme ayudante de la manager? – susurre mientras luchaba por dar un paso más que me llevara hasta la preparatoria – lo olvidaba, fue Shimizu sempai con su sonrisa la que me encandilo.

Solo de pensar en lo agradable y hermosa que es Shimizu sempai entraba en calor, pero ya no solo era por eso, sino porque el gran torneo de invierno se acercaba y el equipo de vóley se preparaba cada mañana antes de clases, todos ellos tienen un compromiso absoluto y yo no podía ser menos con el equipo.

Al llegar arriba de la montaña donde estaba situada nuestra preparatoria, el sol comenzaba a asomar entre las montañas, debían de ser poco más de las seis de la mañana y no se vía prácticamente nadie más en todo el edificio salvo algunas pocas luces de algún otro club que se preparaba para las competiciones de invierno.

Caminé por el interior del patio de camino al gimnasio reservado para el equipo de vóley y una vez más, como hiciese ayer pase por delante del de baloncesto.

-        ¿Estará otra vez allí dentro? – me pregunté a mi misma sobre Axel, ingenua como siempre.

Mientras caminaba me sorprendí una vez más pensando en él, en tener una conversación algo más allá de un, ¿Cómo estás?, bien, seguido de un silencio incomodo y unas risas. Me pase una semana sin verlo, cuando me lo encontré por pura casualidad y sin pensarlo le dije que le echaba de menos, "¿Es que estoy enamorada?", apenas si habíamos hablado, pero siempre que cruzábamos nuestras miradas siento algo en mis entrañas, además que él tiene algo que me llama poderosamente la atención, algo que me atrae siempre hacia él y que hace que me pase el día soñando despierta.

-        Como estoy haciendo ahora – susurré intentado dejar de construir castillos en el aire.

Y sin más escuché un gritó que venía desde dentro del gimnasio de baloncesto.

-        ¡Vamos tu puedes!

"¿En serio?", no podía ser, ayer cuando me marche de aquí eran casi las doce de la noche y él estaba entrenando, y ahora, seis horas después, solo seis horas después ¿Aún estaba ahí dentro?, no me lo podía creer, así que me acerque para averiguarlo.

Caminé lentamente hasta la puerta, como si de un gato sigiloso se tratase, no quería que me volviera a pillar y que creyera que le espiaba, o que fuese otro quien estuviese entrenando dentro y que pensara mal de mí.

-        ¡Vamos! – volví a escuchar que gritaba una voz potente, intimidadora.

Cuando al fin miré por la puerta entre abierta, vi a Axel que corría con un aspecto penoso por la pista, intentado alcanzar las líneas una y otra vez. Su ropa empapada, su pelo completamente mojado, corría con una mano en el riñón mientras jadeaba de forma abrupta y parecía que se ahoga con cada inspiración.

-        ¿Qué le pasa? – susurré con cierto miedo - ¿Por qué se empeña tanto en correr?

-        ¡Vamos! – volvió a gritar esa voz - ¡Acostúmbrate a terminar lo que te propones!

Era Carlos, el chico rubio gigante era quien gritaba, "Pero...¿Qué hacen?", Axel no aguantaba más y cayó al suelo de bruces.

-        ¡Axel! – grité al fin, sin poder contener mi preocupación.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora