9.21 Nunca más

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Academia Rakuzan

Pabellón de entrenamiento del primer equipo

Akashi observa cómo la mayoría de sus muchachos corren de un lado a otro de la pista, intentando ganarse un lugar en el primer equipo, un lugar en el mejor equipo de baloncesto juvenil de Japón, la Academia Rakuzan.

El capitán, apodado de hace años el emperador, es consciente de las limitaciones de sus jugadores no regulares, y por eso los hacía correr cada día y uno a uno los convenció para que también se pasaran por el gimnasio un rato cada tarde, "Sino tienen talento, tendrán que tener musculo", repitió Akashi mentalmente las palabras con las que Sofía lo convenció para que tuviera en cuenta al resto de jugadores en los partidos, para que fuera el inicio una rotación.

Pero pese a tener incrustada la sonrisa de Sofía en su endurecido corazón, esa sonrisa llena de picardía con un toque de malicia que le dedicaba cada vez que se cruzaban y que le encantaba saber que le pertenecía, no podía evitar mirar a sus jugadores con una mezcla de decepción y asco.

De decepción, no por sentir lástima por sus compañeros, ni por saber que por mucho que se esforzaran esos muchachos ni la mitad de ellos podría lucir el escudo de Rakuzan en el pecho, sino por ser consciente de que no era capaz de sacar nada más de esos infértiles jugadores carentes de talento suficiente para detener a sus antiguos compañeros. Pero sobretodo la sensación que más invadía Akashi cuando ve entrenar a esos jugadores era el asco, un asco propio y único de la personalidad dual de Akashi. Ese Akashi que siempre estaba dispuesto a hacer lo que hiciese falta para ganar, o sacrificar a quien fuera para obtener lo que deseaba.

- ¡¿Capitán vas a jugar?! – gritó Kotaro desde de la pista – vamos a comenzar un partido de entrenamiento.

Akashi lamio su labio inferior, "Kotaro, el único rey destronado que puede enfrentarse a la generación de los milagros". Akashi le hizo un gesto con la mano para negar su participación, esa noche no jugaría al baloncesto.

En ese momento llego Sofía y se puso junto a Akashi con su libreta de notas, Akashi la observo atento hasta que obtuvo lo que buscaba, ver una vez más esa sonrisa.

- Esta mañana jugaron Shutoku y Karasuno en las convivencias de Tokio – dijo Sofía a la vez que se concentraba en el entreno.

Akashi se distrajo mirándola por un momento, le encantaba verla con el pelo recogido y el cuello al descubierto. Pero lo que más le gustaba, lo que realmente le encantaba era saber que una chica tan fuerte y bella, estaba sometida a él.

- ¿Gano Karasuno? – preguntó Akashi, tampoco le importaba más allá de lo que pudiera haber pasado entre Midorima y Axel.

- No, gano Shutoku – respondió Sofía – Karasuno no pudo contar con Axel hasta los últimos cinco minutos del partido, y por lo que me han dicho...

- Midorima ha explotado... - dijo Akashi interrumpiendo a Sofía – era cuestión de tiempo que se diera cuenta de su propio potencial.

- ¿También lo condicionaste? – le preguntó Sofía muy directa - ¿Lo condicionaste al igual que a casi todos tus antiguos compañeros?

- Midorima no fue más que una herramienta al igual que los demás, una herramienta algo más compleja pero al fin y al cabo una herramienta – dijo Akashi con cierta resignación y apretando sus dientes.

Sofía miró de reojo a su capitán, tras esas palabras se había quedado ensimismado en sus pensamientos, "¿Tanto le sigue importando ese chico?" se preguntó la joven que llego a sentir, una vez más, ciertos celos.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora