8.11 Se acabo el baloncesto

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Barcelona año y medio antes

Llevaba ya casi dos meses entrenado como invitado con el equipo de Barcelona, y la verdad es que poco he sacado en este tiempo, el equipo estaba compuesto por verdaderas máquinas de jugar al baloncesto, todos y cada uno de ellos con unas cualidades físicas muy por encima de la media, que leches, por encima de la media de cualquier equipo de baloncesto de elite y con talento suficiente como para pasar por encima de mi ex equipo sin problemas.

En mi mente no podía parar de imaginarme partidos, jugadas y situaciones en que Teiko y Barcelona se enfrentaran, quizás con Seijuro... pero ellos tienen a Carlos, moví la cabeza para quitarme esos pensamientos de la cabeza, pero en mi aforo interno repasaba una y otra vez un posible enfrentamiento, Seijuro contra Adrián, uno es más rápido y ágil, y el otro dice poder ver a través del ojo del emperador... Shintaro contra Jordi... o el que más morbo me causaba imaginarme, Aomine contra Carlos, lo mejor de Japón contra lo mejor de Cataluña... agite mi cabeza de forma abrupta, debía quitarme esos pensamientos de mi cabeza ahora formaba parte del Barcelona o al menos eso intentaba y ese era un enfrentamiento que nunca se daría.

Termine de atarme la zapatilla para salir a entrenar un día más, pero antes de poder cruzar el marco de la puerta del vestuario el pabellón entero se caía sobre mí, sentí como mi cuerpo me pedía no salir a la pista, no enfrentarme a estos monstruos y sobre todo dejar de hacer el ridículo como estaba haciendo hasta ahora.

- ¿Acaso esta es la sensación que sentían los demás equipos al enfrentarse a nosotros? – me pregunte a mí mismo en voz baja – esta desesperación por saber que no puedes hacer nada pese a tus esfuerzo... ¿es este miedo el que te paraliza?

Mi respiración se volvió arrítmica, mis latidos se dispararon y sentí un pinchazo en el estómago, "¿Estoy nervioso?, ¿nervioso por un entreno?", el miedo y el pánico se hicieron conmigo.

Después de la paliza que me dio Carlos hace unas semanas en mitad de la pista, delante de los ojos de todos, donde por primera vez pude ver de que era capaz el demonio de los ojos de hielo, desde ese momento, no he podido volver a jugar con normalidad, mi cuerpo no reaccionaba de la misma manera, mis reflejos parecían afectados y mi propia confianza quedo a la altura del betún, ya ni siquiera entrar a canastas con normalidad me salía bien, era como si mi propio cuerpo se negara jugar al baloncesto.

Además estaba ese imbécil de Adrián, que no paraba de molestarme y de intentar dejarme en evidencia delante de todo el mundo, gastándome bromas pesadas, ignorándome durante el juego... pero tenía que admitir que es mucho mejor que yo, más alto, ágil y con una técnica un tanto por encima de la mía, no podía hacer nada contra él, salvo correr sin parar, aquello que tantas veces me salvo en Teiko ahora no me servía para nada.

Eche la cabeza para atrás y me lamente un rato más antes de volver a intentar salir del vestuario.

- ¿Qué haces? – me dijo Jordi que salía de otro vestuario

- Aquí mirando la musarañas – le respondí algo seco antes de rectificar con mejores palabras – concentrándome para el entreno

- Pues no está mal... - me dijo Jordi acercándose a mí y mirando el mismo punto del techo que observaba yo - ¿se supone que debería ver algo más aparte de las tuberías?

- Claro que no, realmente solo estaba distraído – le dije con voz de cansancio.

- Con esa actitud nunca te cogerán en el equipo – me dijo Jordi que comenzaba a caminar en dirección a la pista – y deja de pensar tanto y juega más, solo jugando conseguirás que te tengan en cuenta.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora