11.3 Copa de invierno - Seré yo quien te derrote

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Interior del pabellón nacional de Tokio

Axel

- Maldito Akashi, maldito y mil veces maldito – dije una y otra vez mientras golpeaba una puerta no con poca fuerza - ¡¿Cómo te has atrevido a ir tan lejos?!

Carlos, el único que se quedó conmigo dentro del edificio me observaba desde su altura.

- Así, que ese pelirrojo es el emperador – me dijo Carlos – solo hay que mirarlo para darse cuenta de que le falta un hervor.

Las palabras de Carlos entraban por uno de mis oídos y me salían por el otro, no me podía acabar de creer lo que me sucedía, esa otra personalidad que llevaba dentro, que se ocultaba en mi interior y que me hablaba en ligeros susurros desde hacía meses, lo había alimento el propio Akashi.

- Maldito... - susurré – no te bastaba con quitarme a mis amigos.

Volví a gritar con fuerza, desgarrando mi voz y casi mi mente, intentando echar de mi interior esa otra parte de mí.

- Lo manipulo todo Carlos, manipulo todo lo que me importaba – le dije a mi amigo que continuaba detrás de mí – ahora lo veo todo claro, nos movió a todos como si fuésemos piezas de Shogui... pero conmigo se ha cebado.

- Fue una verdadera cochinada lo que hizo Axel – Carlos cambio de voz, se puso más serio – aún más que se lo dijera a todos tus amigos ahora y no antes.

Me deje caer en el suelo, hasta quedar sentado con las piernas cruzas mientras me apoyaba en la puerta que hasta hace unos segundos golpeaba.

- Me puso contra las cuerdas, mucho antes de que yo realmente me diera cuenta – mi voz parecía cansada, derrotada, como si hubiese perdido ya el partido ante Akashi, cuando aún no habíamos pisado la pista.

- Por eso no puedes dormir, por eso has estado obsesionado con Satsuki todo este tiempo y no podías pasar página con tus amigos – Carlos continuaba analizando la situación, atando cabos – porque te has estado sintiendo culpable, porque sabías que podías haber ahorrado todo este sufrimiento.

Moví la cabeza de lado a lado.

- No podía dejar a mi familia – le dije inspirando fuerte para no dejar caer los mocos que tenía en la nariz – todos ellos fueron mi familia en Teiko, pero no podía dejar atrás a mi verdadera familia y mucho menos depender de una beca que decidía Akashi.

- Pero él ha hecho creer que ha sido tu orgullo quien te lo ha impedido, ¿No?, que no has querido aceptar una derrota ante él y por eso... huiste.

Miré el techo oscuro del pasillo, estábamos en una zona poco iluminada, algo apartada tal vez.

- Para alguien tan orgulloso como yo, es difícil discernir entre ambas cosas – le dije muy serio a Carlos, porque realmente creía eso.

- Comprendo.

Ambos nos quedamos en silencio en la penumbra del pasillo, solo iluminados por un cartel de Exit, inspiré profundamente y deje salir el aire de mis pulmones lo más calmados posible, para así poder escuchar el latido de mi corazón, que por un momento me olvidé de él.

- ¿Estás bien? – me preguntó Carlos mirándome fijamente.

La última pastilla me la había tomado hacia menos de doce horas, por lo que aún tenía efectos de esta y podía estar tranquilo, debía llegar bien hasta mañana para el partido, alcanzar un punto entre estar medio medicado y tener mi cuerpo listo para jugar.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora