En la residencia donde se hospedan los tres mejores equipos de Tokio y Karasuno.
Axel
- ¡Shutoku gana a Karasuno, ciento veinte a ciento diecinueve! – escuché que gritaba el arbitro de fondo.
El amistoso contra el Shutoku de Midorima acababa de terminar, nos ganaron por un punto y aunque yo solo pude jugar los últimos minutos sentía como si un tren de mercancías hubiese pasado por encima de mí. Tras dejar de sentir la adrenalina de jugar, todo el cuerpo me dolía horrores y sentía como mis músculos se agarrotaban, mi cuerpo no tardaba ni un segundo en hacerme pagar la factura de jugar con un estilo similar al de Aomine.
Pero, pese a los calambres en mis piernas, de sentir pinchazos en mi espalda y de tener la rodilla resentida, lo que me preocupaba más era mi corazón. Este latía con una fuerza que nunca antes había sentido, jugar como un estilo tan fuerte después de pasarme meses siendo una sombra, me había desgastando verdaderamente.
Apreté los dientes e intente que no se notara mi expresión de preocupación, "¿Por qué me pasa esto a mí?".
- Quizás si hubieses jugado desde el principio el resultado sería otro – me dijo Shintaro acercándose a mí.
- O de no tener delante a alguien que pese a no verme desde hace más de un año recuerda perfectamente como juego – le dije medio riendo.
Midorima se ajusto sus lentes y me estiro su mano para saludarme.
- Era evidente que la última canasta seria por la derecha – me respondió mi amigo con ese típico tono de sabiondo – siempre juegas por la derecha cuando no te sientes seguro.
- ¿Tan obvio resulto a tus ojos Midorima? – le pregunté más para molestarle que para tener una respuesta suya.
Ambos estrechamos nuestras manos y aunque no volvimos a cruzar palabra alguna en el campamento, sabíamos que nuestro enfrentamiento acababa de comenzar, la verdadera batalla entre la voluntad y destino aún estaba por llegar.
- Ha sido una verdadera lástima – me dijo Carlos poniéndose a mi lado.
- No importa, estoy seguro que tendremos oportunidades en el futuro de medirnos con nuestras verdaderas fuerzas – le respondí – o al menos, eso espero.
Carlos y yo nos quedamos dentro de la pista observando cómo se marchaba el equipo de Shutoku, me alegraba ver como mi amigo se había adaptado a la perfección a la dinámica de su equipo, me encantaba ver cómo era feliz jugando con sus nuevos amigos.
Sin darme cuenta, la mirada de Aomine continuaba fija en mí, y al girarme ambos volvimos a cruzar nuestras miradas. Mañana él y yo seremos los rivales que se medirán sobre el parqué, el último partido de entrenamiento lo tendría contra mi mejor amigo, Too contra Karasuno, una verdadera final anticipada.
Tras el partido, Kai nos ordenó que nos reuniéramos todos fuera del pabellón, en una pequeña zona dentro del jardín de la residencia, unos pocos bancos nos bastarían para que cupiéramos todos, pensé con cierta ironía sobre los pocos que somos.
Pero de todo eso, no me preocupaba que comentáramos la derrota, total, solo habíamos perdido por un punto contra uno de los mejores equipos de Japón, lo que me preocupaba realmente era lo que me advirtió Kai antes del partido, que todo el equipo hará una votación para decidir si me quedó o no en el equipo tras la pelea que tuve con Aomine.
- ¿Te encuentras bien? – me preguntó Carlos – llevas un rato con la mano en el corazón.
Mi expresión debía de ser obvia para mi amigo, mi corazón no paraba de latir con fuerza y me estaba preocupando.
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El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporada
FanficLa generación de los milagros se ha separado por completo, rota, desintegrada, pero todos ellos siguen atados los unos a los otros por el juramento que le hicieron a su capitán, y otros, simplemente porque el destino quiere que se vuelvan a encontra...