11.8 Perder solo es un motivo para seguir entrenando

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Pabellón nacional de Tokio

Daiki Aomine

Creo que no recuerdo cuando fue la última vez que sentí la verdadera sensación de estar cansando, esa sensación de sentir que las piernas no responden, una respiración entre cortada y convulsa, sentir bajo tu pecho la fuerza de tu propio latido y cuando se acaba todo, la sensación gratificante de saber que has hecho algo bien, lamentablemente no era mi caso.

- ¡Academia Too ciento diez, preparatoria Seirin ciento nueve! – gritó el árbitro mientras yo dejaba escapar un suspiro de resignación, tumbado en el suelo.

Me quedé estirado bajo la canasta, mirando el alto techo del pabellón, la anilla me parecía más lejos de lo normal y Kagami, en cuanto cayó al suelo de su último salto también se dejo caer delante de mí.

Por un momento no veía nada más que el techo y la anilla, no sentía nada más que mi cansancio y un extraño sabor a oxido en mi boca y no oía nada que no fuera mi propio corazón y mi respirar. ¿Es esto lo que se siente, cuando se pierde de verdad?

Acabábamos de ganar a la preparatoria Seirin, acabábamos a de ganarle el partido a Tetsu y a Kagami, pero mi sensación es de derrota, de haber perdido ante ese estúpido de Kagami.

- Creo que habéis ganado – me dijo Kagami desde su lado del suelo, sin dejar de mirar el techo también.

Me incorporé para verle, para ver como todo mi equipo saltaba de alegría por ganar mientras que Seirin, habían perdido, pero no bajaban la mirada, se mantenían orgullosos y erguidos, con la cabeza alta... auténticos titanes.

- Creo que sí – le respondí a Kagami – creo que hemos ganado.

Busqué con la mirada a Axel en la parte superior de las gradas, pero ya no estaba, seguramente se había marchado ya, estaba un paso más cerca de enfrentarme a él.

- ¿Necesitáis que os eché una mano para levantaros? – nos pregunto Kiyoshi acercándose y extendiendo una mano a cada uno de nosotros.

Su proposición me pareció extraña.

- Solo nos has ganado por esta vez Aomine – me dijo Kiyoshi – te aseguro que la próxima vez, ganaremos nosotros.

Kagami y yo le dimos la mano a Kiyoshi, y en cuento pudo uso su propio peso para hacer palanca y ponernos de pie a los dos.

- Siempre es un placer jugar con equipos fuertes como vosotros – me dijo Kiyoshi – volvamos a jugar.

Kiyoshi me estiró su mano y yo se la estreché, mientras que Kagami se nos quedó mirando.

- Deberías hacer lo mismo Kagami – le dijo Kiyoshi – vosotros dos seréis rivales durante mucho tiempo y quién sabe si en un futuro tendréis que ser aliados.

"¿Aliados?, ¿El imbécil este y yo? ¡JA!", pero Kiyoshi tenía razón, no en lo de aliados, pero si en lo de enfrentarse a rivales fuertes, me costaba admitirlo, pero hacía tiempo que no me había divertido tanto.

Antes de que Kagami y yo pudiéramos estrechar nuestras manos, el árbitro nos llamó a formar a todos para despedirnos.

Formé junto a nuestro capitán Imayoshi y quedé encarado ante Kiyoshi y a su lado estaba Hyuga, el capitán triplista de Seirin que nos dio tantos problemas.

- ¡Gana Academía Too!, ¡Ciento diez a ciento nueve! – gritó el árbitro.

- ¡Muchas gracias por todo! – gritamos todos a la vez.

El baloncesto de la generación de los milagros - segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora