Cerró la puerta del pequeño cubículo, echando la cabeza atrás para apoyarla en el muro de madera y corriendo la puertecilla que le permitía comunicarse con el otro lado pero que bloqueaba la vista y así, mantener cierta privacidad. Llevaba toda la mañana entre una y otra persona que iba a él como intermediario para obtener lo que tanto anhelaban: el perdón de sus almas, pero su cabeza palpitaba en dolor y cansancio.
- Ave María Purísima...
- Sin pecado concebida – respondieron del otro lado – Padre, perdóneme he pecado, han pasado, dos días desde mi última confesión...
Era él, lo sabía. El cura se inclinó más adelante para mirar por la rendija y reconoció de inmediato ese perfil.
- TaeMin... - dijo suspirando derrotado.
- Padre, se supone que no debe decir mi nombre...
- Hijo, no tienes que venir cada dos días, de seguro lo que has hecho no es tan importante...
- ¡Lo es! – exclamó con entusiasmo, carraspeando cuando notó que había subido demasiado su voz – Padre, es importante, yo...
- ¿Qué pasó ahora?
- Yo, es, vergonzoso decirle esto
- Tan solo dilo...
- Yo, he tenido, pensamientos impuros... - confesó – Pensamientos carnales Padre
- ¿Cuál es el problema con eso? Hijo, eres un hombre, la atracción física y sexual es parte del ser humano, mientras no caigas en la lujuria, es solo un estado natural y biológico, no es un pecado...
- ¿Y con otro hombre? Padre, y si mis pensamientos impuros son con otro hombre, no con mi novio, ¿Qué hay de eso?
Bueno, eso cambiaba mucho las cosas. El padre Sang conocía al chico solo por una coincidencia, porque el destino le había llevado a la Iglesia de Myeongdong-gil, en Jung-gu, en donde había conocido a TaeMin y formado esa amistad que lo había convertido en el confidente del castaño. Queriéndolo o no, debía estar ahí para él porque ese era su trabajo; ser un guía para las ovejas perdidas y TaeMin, de vez en cuando, gustaba de creer que estaba perdido aunque su vida estuviese muy a salvo dentro del rebaño.
A pesar de que lo normal era ver al menor una vez en la semana confesándose porque según él, no podía soportar el peso de sus pecados, que ahora estuviese ahí después de dos días de haberlo confesado y porque tenía pensamientos impuros con otro hombre que no era su novio, eso, era algo al menos divertido; salía de lo común de 'Padre he pecado, hoy me enojé con JongIn', 'Padre he pecado, hoy quise despedir a la niñera', y así.
- Cuéntame de eso... - dijo escuchando atento – Cuéntame de tus pensamientos impuros con ese otro hombre. Dijiste que no era tu novio, ¿Esa persona es real, existe?
- Sí, o sea, existía pero, hace un tiempo he venido soñando con él...
- ¿Existía? ¿Lo conocías de antes?
- Sí Padre, él... - suspiró – Era un antiguo novio que tuve, fue algo de adolescentes pero, muy intenso...
- ¿Qué pasó con él?
- No funcionó – añadió – Su carrera le quitaba tiempo, la mía también a mí, después el trabajo era... simplemente incompatible
- ¿Lo amabas?
TaeMin no respondió. Por entre las rendijas que confesonario, el padre Sang le vio bajar la mirada y morder su labio. Si eso no era una respuesta positiva a su pregunta, entonces él sin duda no era un cura.
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[ Brisas de Primavera ]
Fanfiction•2Min• TaeMin se fue huyendo de un pasado tormentoso, de una vida peligrosa y de un amor que le ponía es riesgo con cada día que pasaba. MinHo vuelve para atar cabos sueltos y poner a salvo a quien prometió no volver a lastimar jamás, ¿Cómo es posib...