CAPÍTULO LII: Choi MinHo

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"¿Qué se siente saber que lo has perdido todo? ¿Qué se siente saber que mataste a tu propio hijo?" aquellas palabras se repitieron en la cabeza de MinHo una, otra y otra vez sin descanso, como si fuera una daga envenenada clavándose profundo en su corazón, quitándole paulatinamente el aliento.

MinGuk.

MinGuk era su hijo. Carne de su carne y sangre de su propia sangre. Aquel pensamiento lo martirizaba tan dolorosamente como era posible. MinGuk, el enano hablador y demasiado entrometido era su hijo. Su hijo y de TaeMin. Y más que alegrarse por aquello, MinHo sentía el peso de la culpa apretarle el corazón hasta quitarle el aire de sus pulmones.

Ahora entendía todo. Ahora que la verdad había salido a la luz de la boca de su enemigo, todo parecía esclarecerse. MinHo ahora podía entender el significado detrás de lo que KaRye repitió tan apasionadamente una y otra vez: "Por mi familia, yo soy capaz de hacer cualquier cosa". La familia de KaRye no solo era ella y MinHo, sino también lo eran TaeMin y el niño.

Por eso ella lo había mantenido oculto durante tanto años después de la redada, ¡Por todos los cielos, la maldita había planeado todo desde el principio!:

-          Si tú te mueres, ¿Qué hare yo? – le preguntó recostándose sobre el hombro de su prima mientras lloraba – no sé qué hacer, tú eres la que piensa, yo solo ejecuto, si te mueres, no sabré qué hacer... y-yo, no sé...

-          Pro-proteger a-a a la fa-familia

-          ...tú eres toda la familia que tengo, eres todo lo que me queda

-          N-no, no un-nuestra fa-familia, si-sino la tu-tuya... - KaRye inspiró profundo, cerrando los ojos con fuerza cuando otra ola de dolor parecía golpearla – Tú fa-familia...

De alguna manera u otra, KaRye al parecer, mantenía la esperanza de que MinHo tarde o temprano, supiese la verdad sobre su paternidad respecto a MinGuk y, no solo eso, sus deseos más profundos quizás eran que ellos pudieran formar la familia que siempre habían estado destinados a ser.

Tal vez, ocultarlo del mundo no se reducía a que KaRye había querido quitarle su vida a MinHo, haciéndolo desaparecer. Tal vez, las verdaderas intenciones de KaRye eran mantener oculto a MinHo mientras ella averiguaba quiénes habían delatado al equipo de MinHo, quiénes habían asesinado a oficiales en ejercicio de sus deberes y, es más, quiénes eran los presuntos policías aún en ejercicio, que seguían vinculados con bandas criminales. Si MinHo estaba muerto para todos, como si así lo creyeron por tantos años, entonces KaRye iba a mantener la esperanza de que cuando los implicados en el "Caso Cruzadas" finalmente cayeran presos, MinHo pudiese nuevamente, iniciar su vida; quizás con otro nombre, en otro país, pero con su familia viviendo a salvo. Con TaeMin y MinGuk a su lado.

KaRye había sacrificado su vida no solo para mantener a TaeMin a salvo de quienes le habían citado en tal peligrosa ocasión que acabó con ella mal herida, sino que también se había sacrificado por él, porque MinHo tenía más cosas por perder si era él el que moría; tenía un hombre que lo amaba y un hijo que lo necesitaban vivo cuando todo acabase.

Y ahora, no tenía absolutamente nada.

La puerta del cuarto en donde MinHo estaba encerrado sonó cuando quitaron el cerrojo. Ésta se abrió, entrando media docena de hombres armados y tras éstos, HeeChul, quién caminó hacia él con un aire de desdén y exceso de seguridad.

-          Buenos días MinHo, ¿Dormiste bien?

MinHo no respondió. No quería darle el placer de decirle que no había dormido en toda la noche y que, en cambio, había llorado y removido sus restricciones para tratar de escapar, solo logrando que sus muñecas sangraran a causa de la ficción del metal contra su piel.

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