CAPÍTULO XXVI: Desastre

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Ya era de noche cuando se decidió volver. No tenía planes de quedarse donde JinKi, quería volver a su departamento y dormir en su cama. Había sido un día largo, la visita al fiscal JongHyun trajo cosas provechosas de la conversación que habían sostenido, pero también le habían agotado mental y emocionalmente.

El taxi le dejó a las afueras del edificio, donde la patrulla de la policía se mantenía ahí. Entró por el lobby y se metió al ascensor presionando el botón hacia su piso. Cuando llegó, el pasillo estaba vacío; la puerta de la Sra. Jung cerrada, al igual que la de TaeMin. MinHo caminó de largo.

Con un par de golpes llamó a su puerta y no pasó mucho tiempo para que el Sr. Park saliera a recibirle.

- Señor, ha vuelto...

- ¿Pretendías adueñarte de mi propiedad? No te creas demasiado inteligente viejo

MinHo pasó por su lado, quitándose los zapatos y la chaqueta que JinKi le había prestado, dejando todo en el suelo. Caminó por el pasillo hacia su habitación, deteniéndose cuando pasó junto a uno de los dormitorios de alojados y vio la caja de juguetes de MinGuk ahí. Se volteó mirando al hombre tras él.

- ¿Qué es eso?

- Una caja de juguetes Señor...

- Sabes lo que quiero decir

- Me temo que no

- ¿Qué hace esa caja de juguetes aquí?

- ¡Oh!, el jovencito MinGuk quiso dejarla aquí para volver a jugar... - respondió el hombre, de pronto sonriendo como un padre, o abuelo orgulloso.

- No...

Siguió caminando, sintiendo que el Sr. Park le seguía.

- ¿Disculpe Señor?

- Deshazte de esa caja, la quiero afuera de aquí; entrégalos de regreso con el niño, bótalos, dónalos, cómetelos, me da igual, pero no quiero nada de ese mocoso en mi casa...

El Sr. Park quiso insistirle, pero la puerta de la habitación de MinHo le fue cerrada de golpe en la cara, impidiéndole el paso. Algo le pasaba a su jefe.

TaeMin había ido tan solo minutos antes a buscar a MinGuk en compañía de KaRye y honestamente, al Sr. Park le había costado dejarlo ir. Desde que se lo había llevado consigo por la noche, el pequeño había estado dentro de sus personas más odiadas e insoportables, a encantadoramente especiales. MinGuk tenía esa magia de haber llegado a su corazón tan solo en unas horas; con sus sonrisas traviesas, sus risas genuinas, sus preguntas llenas de hambre de conocimiento y sus comentarios con tanto contenido.

Juntos habían armado un campamento en la habitación de MinHo, haciendo una carpa con sábanas y edredones para meterse bajo éstas. MinGuk le obligó a colocarse pijama y rodeado de luces de muchas linternas, comieron la pizza mientras veían Cars 3 en la televisión. Esa había sido la primera vez del Sr. Park viendo una película infantil.

Al rato, y habiendo olvidado la advertencia que TaeMin le había hecho, MinGuk se volvió una bomba de energía brincando y gritando por todas partes gracias al exceso de azúcar del postre y la gaseosa. El Sr. Park pensó que no había nada más difícil que superar el entrenamiento de la milicia de la Corona Británica. Después de ver a MinGuk sobre excitado por consumo de azúcar, cambió totalmente de parecer.

La maldita idea del caballito acabó con sus rodillas y su espalda luego de dar tres vueltas completas a todo el piso; el Sr. Park se recordó ponerle sal al té de MinHo la próxima vez que le sirviera uno para hacerle pagar por aquello. A la hora y media cuidando al niño, se planteó seriamente cómo se podía deshacer del cuerpo de un pequeño sin dejar rastro. Por supuesto que sabía cómo pero lo difícil era que nadie más le echase de menos en su ausencia; lo que era imposible.

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